martes, 2 de febrero de 2016

1914. San Juan fiesta movible por decisión del Papa Pío X. Muere Calero un popular y excéntrico personaje.

El Papa Pío X había decidido a mitad del año anterior convertir la fiesta de San Juan en fiesta movible, es decir a celebrar en domingo, por lo que aquel año de 1914 las fiestas religiosas de San Juan y San Pedro se unieron de forma correlativa en el tiempo y calendario. A pesar de ello los coruñeses se negaron a aceptar las recomendaciones ecuménicas del Obispo de Roma y decidieron celebrar con siempre la noche de San Juan en la tarde-noche del 23 y madrugada del 24. Lo único que se trasladó al domingo día 28 fue la Santa Misa en honor al Santo precursor y la cabalgata del ramo de San Juan que recorrió varias calles de los barrios altos hasta la Torre de Hércules y donde lucieron parejas de caballería representando a gauchos, pelaos mejicanos, centuriones romanos y dos carrozas profusamente adornadas a las que acompañaban dos murgas y varios grupos de gaitas. 


En la víspera de San Juan la ciudad ardió en hogueras que se quemaron en varios puntos de la calle del Orzán, calles de San Nicolás, San Juan, Torre, campo de Artillería, plazuela de la Cormelana, Plaza de Pontevedra, Camino Nuevo, Rubine, huertas de Garás, Peruleiro y Monelos. 

En las calles de la Independencia y del Progreso hubo ese día dianas y alboradas, se celebraron a la tarde divertidos juegos y por la noche en ambas calles que estaban iluminadas una, la del Progreso a la veneciana y
otra la de la Independencia con lámparas de colores y focos de arco voltaico, hubo bulliciosas y concurridas verbenas, quemándose dos grandes hogueras, fuegos de artífico, elevación de globos e incontables organillos al son de los cuales bailaron cientos y ciento de vecinos. También en el barrio de Caballeros hubo fiesta similar con hoguera, fuegos, globos, música y baile. 

Pero sin duda la noticia de aquel San Juan de 1914 fue la muerte de Ramón Calero, un individuo singular de aquella Coruña de finales del siglo XIX principios del XX. Según dejó escrito el cronista oficial de la ciudad, César Vaamonde Lores, Calero al realizar su servicio militar fue destinado a la caja de Reclutas del cuartel de Santo Domingo. Allí fue ascendido a cabo. Engreído por su nombramiento y galones, hubo que quitárselos con urgencia ya que por el mínimo motivo, Calero, la emprendía a golpes con los mozos que en gran número acudían a la caja de reclutas para conocer sus destinos militares. Blasfemador empedernido y muy dado al insulto, sus feos dientes y su boca fueron objeto de una rima que alcanzó gran popularidad y que hacía que Calero, al escucharla, perdiese los nervios y aflorase en él su gran carácter violento y de su lengua viperina saliesen todo tipo de improperios. Vendedor de periódicos y lotería, Calero vivía en la calle Primavera y falleció cuando contaba 60 años. Los vecinos de la zona hicieron una suscripción popular a fin de costear su entierro. Se iba un singular personaje que otro gran escritor coruñés Julio Rodríguez Yordi colocaría en lugar privilegiado en su retablillo de anormales que había realizado con peculiares convecinos que por su manías, excentricidades, extravagancias, hábitos y taras se hicieron en muchos casos más populares en la ciudad que destacados e ilustres coruñeses.


Calin Fernández Barallobre.