viernes, 19 de febrero de 2016

Matices semánticos

El otro día, una de las representantes de la nueva casta política con pésima oratoria y peor gallego, en su alegato reivindicativo en contra de nuestras Meigas y en defensa de no sé qué principios feministas, reflexionó sobre lo que, dijo, representan las tradicionales meigas en contraposición con lo que simbolizan las Meigas de las Hogueras de San Juan.

Como es costumbre la argumentación se escapó por los cerros de Úbeda, refiriéndose a mujeres quemadas en hogueras; a limitación de libertades; a que la mujer con su cuerpo puede hacer lo que le de la gana; etc. Es decir, la cantinela habitual que consiste en mezclar churras con merinas, con escaso acierto como es norma habitual.

Pues bien, recomendamos a quien esto manifestó, que aparque el postureo en un rincón y que, en espera de poder quemarlo en la próxima Hoguera de San Juan, previamente le de un repaso al Diccionario de la Real Academia Gallega para comprobar que la palabra "meiga" tiene más de una acepción. Caso de hacerlo comprobará fácilmente que la primera acepción que figura en la voz "meiga" es "que atrae, que enfeitiza", es decir, que hechiza, que atrae, que cautiva. Luego figuran otros significados que para el caso que nos ocupan no son de interés.

 

Por tanto, nos encontramos ante un problema semántico, un matiz que diferencia eso de lo que habla este personaje, si es que habla de algo, con el significado que desde sus orígenes hemos querido dar a la figura de nuestra Meiga.

Dicen que La Coruña es una ciudad meiga y lo es por su atractivo, por su encanto, por su capacidad de seducir a quienes nos visitan obligándolos a volver; de ahí nuestro viejo eslogan de "Noite da queima na cidade meiga". Suponemos que pese a ser meiga nuestra querida ciudad nadie la quemará aunque mucho nos tememos que, si las cosas siguen por los lamentables derroteros que van, terminará "quemada" una vez concluya el presente cuatrienio. 

Nuestras Meigas jamás han querido reivindicar el contenido de otra acepción que no fuese el descrito. No las hemos asociado nunca con brujas o hechiceras que realizan pactos diabólicos, que se montan en imaginarias escobas o que obran la maldad en perjuicio de sus semejantes; a lo sumo, con esas otras sabias, tan arraigadas en el imaginario popular gallego, que elaboran elixires o preparan hermosos conjuros para hacer a la gente más feliz, para enamorarla. Esas son nuestras Meigas; lo demás se lo ha sacado de la manga para justificar su intolerancia, sus escasísimos conocimientos, su asombrosa mediocridad y sobre todo su revanchismo y sectarismo más decimonónico. 

Creo que quien hizo tales argumentaciones fue la misma que, en su afán de ofender y despreciar, tildó a las Meigas de "mujeres floreros". Fue una lástima que estuviese ausente el día de la reunión del Jurado de la Meiga Mayor en la que nueve jóvenes coruñesas, estudiantes y trabajadoras, defendieron con brillantez y mejor oratoria su candidatura a Meiga Mayor.

Otra cosa que me llamó poderosamente la atención en la intervención de la susodicha fue una frase que no deja aun hoy de sorprenderme. Dijo algo así como que "que nadie puede marcarle su agenda", en alusión sin duda a las invitaciones que le fueron cursadas para asistir a los actos de las HOGUERAS-2015, organizados por la Asociación de Meigas. Que no, que los tiros no van por ahí; que nadie ha tratado de marcarle nada, simplemente por cortesía les invitaron a asistir a algunos de esos actos. Tan solo se trataba de una invitación que, lógicamente se puede declinar o no, a gusto del consumidor, pese que en sus sueldos va implícita la obligación de acudir a las invitaciones de los vecinos; de todas formas, seguro que la Directiva de la Asociación entendió tal postura; ahora bien, eso no está reñido con el principio elemental de educación que exige declinar la invitación. 

Búsquense otra justificación. Como mínimo tengan la gallardía suficiente para decir públicamente, "a estas no les damos nada por no pensar como nosotros" o simplemente porque son difíciles de adoctrinar y mucho menos de obligarlas a inclinar la cerviz para decir "si guana" o aquello tan usado en otros tiempo de "mean por encima de nosotras y hay que decir que llueve". Pues va a ser que no y espero que si la Asociación de Meigas y sus dirigentes tienen la dignidad que de ellas se espera, digan una y mil veces "NO, NO y NO" ya que parafraseando al D. Casto Méndez Núñez - heroico marino español, por si no les suena - "es mejor honra sin Hogueras que Hogueras sin honra" .

Aquí cada uno piensa como le da la real gana, faltaría más, y hace, dentro de los límites que establece la legalidad vigente, lo que le parece más conveniente y fruto de este principio es por lo que detentan puestos públicos que no por merecimientos ya que no han hecho ninguno. Sin embargo, desde su llegada a los cargos que ocupan han iniciado esa política facilona de acoso y derribo de todo aquello que no les gusta, de todo aquello que no encaja con sus ideas y de todo aquello que no sea fácilmente domesticable o adoctrinable.

Se permiten el lujo de insultar, de faltar al respeto más elemental, de descender a la bajeza de la ofensa personal. ¿Quienes creen que son?, ¿quién les ha otorgado derecho para eso? Ese dinero que manejan y que le niegan a la Asociación de Meigas no es suyo, es de todos los "paganinis" que contribuimos con nuestros impuestos a mantenerlos en sus puestos junto con esa legión de asesores que han contratado para que traten de suplir sus carencias. 

No deja de ser sorprendente que cuando alguien les otorga títulos, medallas y prebendas, por muy burgués y trasnochado que sea lo que en ello va implícito, corren a colgárselas y a recibirlos sin sonrojo alguno. Es algo que no deja de sorprenderme.

En mi caso, como fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan y, por tanto, uno de los creadores de los "Cardos" como galardón que entregaba dicha Comisión para reconocer los méritos a los que trabajaron, sin mirar su color político ni su creencia religiosa, por las Hogueras en nuestra ciudad, si algún día a alguien se le ocurre distinguirlos con uno de ellos, retiraré el que tengo en el ojal de mi chaqueta y lo devolveré por considerar un deshonor el lucirlo pese a que su concesión no fue obra de la Comisión, el colmo sería auto reconocerme méritos, sino de las Meigas de 1975 que tuvieron a bien pagarlo "a escote pericote" para imponérmelo.

Pero volviendo al asunto que nos ocupa que no es otro que un problema semántico. No volvamos siglos atrás para tratar de reivindicar no sé qué personajes, ni tampoco aprovechemos para traer al presente algo que pertenece a otro instante histórico, pese a que hoy estos políticos de medio pelo pretenden hacer lo mismo que hicieron aquellos a los que ahora critican. Aquellos persiguieron a las que no pensaban como ellos y estos persiguen, siglos después, a los que no son acordes con sus planteamientos sectarios. Menos mal que ya no se puede mandar a la gente a la hoguera, bueno, al menos eso creo y espero.

Las Meigas, nuestras Meigas, son simple y llanamente el símbolo de una fiesta popular que en nuestra ciudad adquirió carta de naturaleza, logrando ser reconocida como una de las mejores de España y lo son por el trabajo de miles de coruñeses que tanto desde la Comisión Promotora, en su día, como desde la Asociación de Meigas, ahora, trabajan y han trabajado para dignificarla; pero no se olviden, también por la dedicación y el saber hacer de Corales, Escuelas de Danza, Equipos deportivos, grupos de Teatro, conferenciantes, Bandas de música, Bandas de gaitas, grupos musicales, rondallas, etc., etc., que han hecho posible esos casi 5.000 actos que hemos organizado en estos años.

Nuestras Meigas son jóvenes estudiantes y trabajadoras, muchas de ellas las dos cosas a la vez, que aman la fiesta y a su ciudad; que trabajan por engrandecer las Hogueras; que llevan su sonrisa a Residencias de la Tercera Edad y a las calles de La Coruña. Mujeres de su tiempo, de hoy, que no son floreros ni mujeres objeto; mujeres que reciben sobresalientes en sus trabajos fin de Carrera; que saben hablar en público; que dirigen actos; que organizan actividades y que nadie las va a mandar a la hoguera salvo para prenderle fuego la noche de San Juan. Esas son nuestras Meigas.

Que se lean bien el diccionario de la Lengua gallega y que dejen el oscurantismo para épocas pasadas que espero y deseo no vuelvan.

José Eugenio Fernández Barallobre.