Parque del Sporting Club. |
Hacía
años que no se veía en La Coruña una tan
animada y alegre Noche de San Juan como
la celebrada en 1923. Su coincidencia en sábado, permitió a miles de coruñeses
echarse a las calles a fin de consumar el anual rito del fuego, en honor al
Santo que había bautizado a Nuestro Señor Jesucristo.
Extensísima
fue la zona donde se dieron verbenas y fiestas aquella noche, Desde la calle de
Cordelería hacia la de San Juan, calle
del Progreso y campo de Artillería. En esas mencionadas calles lucieron
banderitas de papel, se escucharon las notas de numerosos pianos de manubrio y
en las calles de San Juan y Cordelería resaltaban varios arcos de follaje, focos eléctricos y
murgas con sus correspondientes palcos convenientemente adornados.
En
la calle de San Juan, que estaba de estreno, pues se inauguraban ese mediodía,
con la presencia del alcalde Ponte Blanco y de varios concejales, las nuevas aceras
de la calle, muchas casas lucieron adornadas con mantones de Manila colgados en
los balcones. El palco de la música lucía las banderas de España y
Galicia.
En
la misma calle, al mediodía se celebró
un simpático desfile de moda. Vendedoras y vendedores del campo de la leña,
utilizaron, para vestirse, ropas de sus comercios. La gente, que llenó la calle,
pudo comprobar el paso de señores
ataviados con fracs, levitas y sombreros
de copa y de damas luciendo vestidos de
grandes colorines, parodiando el paseo que regularmente se hacía por los
Cantones y calle Real Después del paseo y
de la inauguración de las nuevas aceras, se dispararon profusión de bombas de palenque
y hubo sesión vermut musical, lo que aprovechó el primer edil de la ciudad,
para marcarse algún baile con varias vecinas que así se lo solicitaron.
A
las seis de la tarde tuvieron lugar en la zona de la Torre las clásicas
“merendiñas” que rematarían con una verbena que se inició a las nueve de la
tarde.
Aquella
noche de verbena sanjuanera, los carricoches de helados pusieron la nota de
color con sus múltiples formas. En muchas casa particulares se celebraron
fiestas donde corrió el vino, hubo baile
y el eco de los acordeones y cohetes llenaron el ambiente.
Hubo
hogueras una en cada plazuela y tres o cuatro en cada calle. Parrandas, murgas,
rondallas, arrumacos y beso escondidos. Media Coruña anduvo de recorrido, hasta
muy pasada la medianoche por diversas hogueras, disfrutando de la gran
animación y de una noche deliciosa del inicio
de verano.
En
el parque del verano del Sporting club, el conocido Leirón, la directiva que
presidía José Aramburu, ofreció un
elegante baile que finalizó con la quema de una gran hoguera y numerosos fuegos
de artificio. También los salones del Círculo de Artesanos se llenaron de
socios y familiares para el baile de la víspera sanjuanera.
Pese
a la enorme afluencia de vecinos en las calles y el ambiente festivo, no se
registró ningún tipo de incidente y la Comisaría de Policía ni siquiera
extendió un parte de la más leve falta.
Al
día siguiente festividad de San Juan, la imagen del Santo se llenó de flores
ofrecidas por numerosos devotos. A la tarde en un abarrotado campo de Riazor,
el Deportivo derrotaba al Fortuna de Vigo por dos tantos a uno, con goles de
Pichichi y Cancela y con una actuación sobresaliente
del portero Mulero y del medio centro Manolo Rivera.
Una
solemne procesión recorrió a la tarde del día de San Juan las calles del centro
de la ciudad, coronando con ello el octavario sacramental de la parroquia de
Santiago. Fue presidida por el alcalde de La Coruña, a quien acompañaron el
general de artillería señor Díaz Gil y
el presidente de la Diputación, entre otras autoridades, Bajo palio, cuyos
varales eran llevados por seis capitanes del Ejercito, iba la Sagrada Forma que
portaba el canónigo señor De la Peña. Largas filas de fieles y congregantes, monjes y hermanos de diversas órdenes y el clero
parroquial, así como comisiones de Jefes
y oficiales de las diferentes armas y cuerpos de la guarnición, cerrando la procesión una
compañía del regimiento Isabel la Católica con bandera, banda y música. Miles
de coruñeses, agolpados en aceras, ventanas y balcones, presenciaron el paso
del Santísimo, que se recogió en su iglesia de Santiago, pasadas la nueve de la
tarde.
Calin
Fernández Barallobre