Vista parcial de La Coruña. |
Una
huelga general que duró once días y tuvo
a La Coruña en vilo, deslució por completo la Noche de San Juan de aquel
año de 1919. El motivo de los huelguistas,
que ya en marzo de ese año habían realizado otra muy virulenta, fueron, en este
caso, pintorescos y muy sui generis.
El gobierno de la Isla de Cuba, en uso de un derecho estatuido en todas las constituciones del mundo, extrañó de su territorio a una veintena de revoltosos anarquistas y los deportó a sus solar nativo, España, entregándolos a las autoridades gubernamentales de nuestra Nación que acogió a los rebeldes y los envió de forma preventiva a varias cárceles del territorio hispano. Aquello no le pareció bien a determinados individuos agitadores populistas que se proclamaron garantes de las “libertades y derechos”, y reclamando la libertad para los extrañados, incluso señalando plazos conminatorios, iniciaron una huelga al ver que sus peticiones no eran atendidas. Tomando como un muñeco de feria al proletariado coruñés, decretaron el paro para salvar su amor propio de tiranuelos sectarios, conservar sus ventajosas posiciones y proseguir siendo unos caudillos demagogos de vía estrecha.
El gobierno de la Isla de Cuba, en uso de un derecho estatuido en todas las constituciones del mundo, extrañó de su territorio a una veintena de revoltosos anarquistas y los deportó a sus solar nativo, España, entregándolos a las autoridades gubernamentales de nuestra Nación que acogió a los rebeldes y los envió de forma preventiva a varias cárceles del territorio hispano. Aquello no le pareció bien a determinados individuos agitadores populistas que se proclamaron garantes de las “libertades y derechos”, y reclamando la libertad para los extrañados, incluso señalando plazos conminatorios, iniciaron una huelga al ver que sus peticiones no eran atendidas. Tomando como un muñeco de feria al proletariado coruñés, decretaron el paro para salvar su amor propio de tiranuelos sectarios, conservar sus ventajosas posiciones y proseguir siendo unos caudillos demagogos de vía estrecha.
El
paro se generalizó en la ciudad a partir del día 20 de junio, sumándose a él los mozos de almacén, estibadores,
carreteros, mandaderos del puerto, así como servicios municipales, algunos dependientes de comercio, panaderos,
mozos de hotel, empleados de las fábricas de gas, luz, cerillas, tabacos y
personal de los talleres de prensa que
suspenderá sus ediciones hasta el día 1 de julio.
Gracias
a un gobernador firme, el señor Alcántara, a los agentes de la autoridad gubernativa,
Policía y Guardia Civil, que celaron cuidadosamente por los intereses de los
ciudadanos, llevando de forma inminente la tranquilidad a las calles, bares,
cafés, hoteles y teatros; a la Armada
que prestó meritorios servicios en el puerto y en la fábricas de gas y luz y a
las fuerzas de la guarnición de Ejército, que cumplieron que como siempre con
su cometido de forma abnegada y heroica, la huelga fue poco a poco remitiendo. La vida cotidiana, de todas
formas, no se paró gracias a los
comerciantes y patronos que se encargaron de la labores de carga y descarga,
vaciaron y llenaron buques, condujeron carros y se pusieron al frente de
comercios, hoteles, bares, panaderías restaurantes.
El
día 23, víspera de San Juan, los paseos
se vieron concurridísimos, abrieron comercios, espectáculos y cafés, las cerilleras, mozos de
almacén, panaderos y numerosos estibadores volvieron a sus puestos y entre los obreros
empezó a cundir el desaliento ante el
fracaso de la huelga. Esa noche, en la calle de San Juan, no hubo iluminación,
gallardetes, globos, charangas, organillos, ni arcos alegóricos, eso si, se quemó una hoguera en honor al Santo
Precursor y algunos fieles acudieron al día siguiente a postrarse ante la imagen del Santo en la Iglesia de la calle de san Roque.
Esa
noche sanjuanera, falta de hogueras como otros años, sobre todo en los barrios
altos, el fuego quiso ser protagonista en la ciudad, Un violento incendio se
declaró en una bohardilla de la casa marcada con el número 40 del campo de la
Leña, destruyendo completamente los enseres
de las dos bohardillas y produciendo desperfectos en los pisos
segundo y tercero. También en otra bohardilla de la calle del Orzán, tuvo lugar
otro incendio, este de menor consideración, que fue rápidamente sofocado por los bomberos.
El
día 29 de junio, después de una asamblea celebrada en la plaza de toros que
duró cinco minutos, la ciudad recuperaba totalmente la normalidad. El
Gobernador civil intercedería por algunos obreros que habían perdido sus
puestos de trabajo. La Coruña se libró, según resaltaba la prensa, del vergonzoso
episodio del mes de marzo en que la ciudad quedó a merced de audacias y
atrevimientos de unos individuos que estaban más cerca de la Rusia soviética
que de la Inglaterra liberal.
Calin
Fernández Barallobre.