Una enorme riada de gente en las calles, un sinfín de
organillos, unas hogueras vergonzantes, cohetes por doquier y miles de
farolillos verdes, blancos azules y encarnados, muy bien distribuidos que junto
a la percalina, el ramaje y las
banderitas de papel fue la decoración coruñesa que recibió a la Noche de San Juan de 1910.
Desde la entrada de la calle de Panaderas hasta el Campo
de Marte la fiesta fue completa, La elegante verbena de Panaderas con
iluminación eléctrica, paseo y baile en la sociedad de Bellas Artes en la
plazuela del Consulado, con piano de manubrio incluido, farolillos y baile en
el portal de aquel edifico público, estuvo concurridísima. Por su parte
en la calle de la Torre, iluminada a la veneciana en su primera mitad y
con alumbrado mixto en el resto, hubo gran animación. En el campo de
Artillería, una rondalla situada en un
palco, dejaba oír mazurcas, valses y polkas. Destacó por sus lucidos adornos la
calle de la Independencia cuyas entradas estaban limitadas por unos arcos en los
que un pintor escenógrafo realizó murales de gran originalidad. Uno de los
arcos estaba dedicado a la prensa y el otro a las sociedades recreativas
coruñesas. Los vecinos de la calle derrocharon ingenio y adornos, haciendo
artísticas combinaciones con banderas, escudos, guirnaldas de mirto y papel,
farolillos de colores y otros elementos decorativos de que disponían. También hubo baile y jolgorio en las calles del
Progreso, Hospital, Papagayo y Tabares.
Se bailó, con permiso de la autoridad competente, en las calles, en las
casas y en las tabernas, estas concurridísimas,. La fiesta se prolongó hasta
más allá de las doce y media en que un fino orvallo hizo acto de presencia,
obligando a las gentes a regresar a sus casas.
En el número dos de la calle de la Torre se realizó un
sorteo de objetos entre los vecinos que contribuyeron a sufragar la noche
meiga. También se hizo un reparto de 65 kilos de pan para los pobres. Hubo muchas borracheras y pocos altercados,
uno de ellos acaecido en la calle de Tabares, donde un mozalbete introdujo un petardo en casa de una vecina con el
consiguiente estruendo y susto de la mujer. Una pareja de Guardias de Seguridad
solucionó el asunto. El muchacho fue multado al día siguiente por el gobernador
civil con cinco pesetas por causar un altercado público.
Calin Fernández Barallobre.