A pesar de lo desagradable de la noche
con un inusual frío, la noche de San Juan se celebró en la zona de la calle de la Torre de forma
sobresaliente. Hubo verbenas en las calles
de Panderas, Torre y Progreso. Sin embargo el campo de la leña, otrora centro
de las fiestas sanjuaneras, estaba
completamente a oscuras.
Cuatro potentes focos sustituyeron en
la calle de Panderas a los encantadores farolillos de papel. Tres pianos de
manubrio, situados en diferentes lugares de la calle, repetían con monotonía,
la canción del Vagabundo de la zarzuela
Alma de Dios, las Bravías y Agua, Azucarillos y Aguardiente. La casa de la familia Vicario ostentaba en su
balcón dos grandes colgaduras y dos enormes faroles. Buen ambiente, tan sólo
roto por una acalorada discusión entre unos individuos, esgrimiendo uno de
ellos una navaja. La rápida intervención de un sereno aplacó lo ánimos, siendo
retenido y entregado a una pareja del cuerpo de seguridad, un tal Argimiro
Silva al que el gobernador civil multó con 50 pesetas por riña con escándalo.
En los dos extremos de la calle de la
Torre se levantaron dos arcos florales muy trabajados, además de varias hileras
de banderitas y farolillos de colores que dieron a la zona mucho colorido. Una
banda de música, situada en un templete rodeado de tela de percalina de color
azul, interpretó durante la noche valses, chotis, polkas y mazurcas. La mejor
verbena, amenizada por dos magníficos organillos, fue sin duda la de la estrecha y larga calle
del Progreso que se hallaba adornada con
profusión de farolillos y donde se lanzaron al aire numerosos globos de
papel y cantidad de fuegos de lucería. Al ser una calle interior, el público
bailó de forma incansable sin temor a broncas y otros problemas. Se encendieron
numerosas hogueras en las calles de San Juan, Hospital y otros lugares, destacando la realizada por
soldados en la zona del corralón. Niños, adolescentes, mozos y mozas saltaron
como manda la tradición las hogueras. Fue una noche de alegría y bullicio con
el barrio concurridísimo y donde hubo numerosas quejas porque la organización
no hubiese prohibido la utilización de unos cohetes infantiles que hacían mucho daño,
al estallar contra las personas. Precisamente en la calle del Hospital uno de esos cohetes lesionó en un ojo al niño
Luis Sardina que tuvo que ser atendido
en la casa de socorro, Las serenatas en honor a las Juanitas se sucedieron durante la noche y en las que
intervinieron numerosas murgas, rondallas y orfeones.
Calin Fernández Barallobre