Con gran jolgorio fue recibida la Noche de San Juan de
1907 en nuestra ciudad, sobretodo en los barrios y calles de los altos de la
pescadería, más cercanos al campo de la Leña y calles adyacentes. La festividad
de San Juan Bautista era una de las más apreciadas y disfrutadas por la
ciudadanía coruñesa a pesar de que aquellas
grandes verbenas con sus puestos de churros, rosquillas, aguardiente, su
iluminación a la veneciana, la suelta de diversos globos, estallido de
cohetes, música y bailes, que se daban
en el campo de la Leña a finales del
siglo XIX, habían pasado a la historia. En
la noche de aquel 23 de junio de 1907 se
dieron bailes en el Campo de Artillería,
Panaderas, Torre y callejuelas cercanas, pero unos bailes rodeados de una
excesiva pobreza, muy deslucidos, con unas escasas docenas de farolillos de
papel, dos murgas enormemente desafinadas, dos pianos de manubrio, un acordeón
y poco más.
Hubo eso si hogueras y derroche de fuegos de aire, con el consabido
consumo de viandas y grandes cantidades de vino que hicieron más llevadera la
noche en la que las parejas no pudieron bailar al estar prohibido de forma estricta por la alcaldía. A media tardes se organizaron
meriendas en los aledaños de la Torre de Hércules con los consabidos bailes
regionales. Por su parte el Sporting club obsequió a sus socios con un
animadísimo y concurrido baile en su parque de verano “El Leirón” del Camino
Nuevo. Rondallas y orfeones recorrieron las calles, ofreciendo serenatas a
Juanas y a Juanes y fue mucha la gente que acudió a la carretera del Pasaje a
desayunarse con fresas y leche, siguiendo
aquella tradicional costumbre de la amanecida sanjuanera. Pero sin lugar a dudas la noticia más
comentada en la ciudad, aquella noche de
San Juan de 1907, fue que en un
juzgado coruñés, a la mañana de ese día, se celebrase la vista por el crimen acaecido
en la carretera de Monelos durante el San Juan del pasado año y donde, tras un
nutrido tiroteo entablado entre una pandilla de Eirís y otra de Vioño, resultó
muerto por apuñalamiento Camilo Iglesias
“Basilio”. El homicida, Alfonso Campos “El Garacho”, se sentó en el banquillo
de los acusados, defendido por el
ilustre jurisconsulto D. Manuel Casás, quien intentó demostrar la eximente de
legitima defensa. Por su parte el ministerio público, en la persona del señor
Hidalgo, pidió para el homicida la pena de 12 años de reclusión, al entender
que no se daba la circunstancia de legítima defensa puesto que el homicida se
aprovechó de que su víctima se hallaba caída para asestarle la mortal puñalada
que acabó con su vida. El presidente del Tribunal, Señor Arguch, dictó a las
dos de la tarde sentencia ante una sala abarrotada de público. Alfonso Campos
“El Garacho” fue condenado a seis años y un día de prisión mayor y a abonar
a la familia de la víctima 2000 pesetas
de indemnización. Al día siguiente, el Santo Precursor, recorrió los aledaños
del Campo de la Leña en Procesión que fue seguida por innumerables fieles,
poniendo fin así a otra festividad de San Juan.