1904.
Una Noche de San Juan sin pena ni
gloria.
Un
magnifico sol acompañó la agradable tarde de la víspera de San Juan en nuestra
ciudad de aquel año de 1903. Mucha gente deseosa de fiesta se lanzó desde
primeras horas de la tarde a la calle. Sin embargo aquel año la noche de San
Juan perdió pujanza en los diversos
barrios coruñeses. Por ejemplo en el campo de la Leña, antaño cita obligada en
noche tan señalada, dejó de celebrarse. No hubo fuegos ni globos, ni los
cohetes de cuerda que cruzaban el campo de la leña desde la vieja capilla de
San Juan hasta el puesto del señor Juan del Barro, respetable cacharrero. Dejó
de realizarse la visita a la cabeza de
San Juan degollado, colocada encima de un plato de plata, sobre el altar
lateral de la capilla. No hubo tampoco el característico olor a churros que años atrás impregnaba todo el
campo y las calles adyacentes.
La
verbena se trasladó aquel año a la calle de Panaderas, siendo considerada por
los vecinos como una mala romería de pueblo remoto. Fue una jornada anodina pues
no hubo ningún aditamento que impulsase
a los ciudadanos a vivir la
fiesta. Faltaron murgas y rondas. Solo destacaba algo en el gélido
ambiente, un túnel de farolillos de
colores y unos pocos cohetes que subían hasta
la altura de un segundo piso, llevando el consabido susto a los que se
creían a salvo, instalados de mirones en sus galerías. Eso si hubo mucho vino,
muchas sardinas asadas y muchos achuchones entre jóvenes de ambos sexos. Era noche de verbena, aunque venida a menos. Ya vendrían tiempos
mejores.
Calín Fernández Barallobre
Calín Fernández Barallobre