Extracto literal
del Pregón de la Noche de San Juan de 1975, pronunciado por el escritor
Francisco Ramón de Ballesteros. (La copia original se perdió en el derrumbe
sufrido en el local de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La
Coruña en abril de 2003)
Hoy como ayer (y Dios quiera que mañana), los pueblos que
todavía son observantes de la tradición sanjuanera, se disponen a celebrar el
primer solsticio de verano con un ceremonial revestido de poesía; de encanto;
de misterio y aún de ingenuidad puesto que en el fondo de la cuestión siguen
tolerando las creencias sobre el reinado nocturno de Fadas malas y buenas, de
“trasgos”, “fantasmas” y celosos “mouros que son guardianes de todos los
tesoros que se esconden en el seno de la tierra,.
Nuestra participación de estos aconteceres, aun sea ya muy
limitada, sin embargo tiene mucho de ilusionada, resultando además un poco
crédula, a pesar de que ya casi nadie se preocupa por la procedencia y
significación de las hogueras, salvo esta joven comisión coruñesa con Eugenio, su presidente, a la cabeza, ni
tampoco se valora la importancia que siempre se ha concedido al fuego, al agua
y a determinadas plantas y árboles que restañan la salud del cuerpo y del alma
siempre y cuando sean utilizados con la observancia de determinadas
formalidades.
LA
IMPORTANCIA DE LAS HOGUERAS.
El origen de las hogueras que habrán de arder esta noche
(de eminente carácter religioso y pagano), es atribuido a Fenicios y Celtas,
cosa que, por otra parte, llevaban a cabo por lo menos cuatro veces al año,
porque cada equinoccio (“verdaderos goznes sobre los que gira el año solar”)
suponía para ellos una manifestación divina.
Así que tanto las “xestas” (retamas), como los
chisporreantes “loureiros” (laureles) que ahora son quemados en honor a San
Juan el Bautista, nos hacen pensar como ardían antes en adoración de unas
deidades tales como Baal, Melcate, Bendin, Nereith, e incluso las misma Hacate
como diosa de las apariciones nocturnas en los cruces de tres caminos o
“triviums”, siempre acompañada de su furiosa y “oubeante” (aullante) jauría de
perros que capitaneaba Urco.
¡En resumen de cuentas! Pasó el tiempo y se trastocaron
las cosas y creencias hasta el extremo de que las Hogueras de hoy en día
solamente constituyen una sorprendente diversión, y que, aún cuando son
saltadas por los mozos en estado de merecer para saber si se van a casar o no
en ese año, sin embargo ya no se busca en ellas la acción del humo para curar
los males de aireada, ni tampoco se llevan las vacas a dar vueltas alrededor de
la hoguera (dando tres vueltas en un sentido y seis por el lado contrario) para
que no enfermen ni las mosqueen las brujas en los establos.
De todas maneras, hemos de convenir en que las hogueras
celebradas hoy día, son exponente de alegría y punto de reunión de mozos y
mozas con su inseparable cortejo de músicas, cánticos, risas, amores y amoríos,
puesto que es ley de juventud el no hacer recuerdo en momentos así, ni siquiera
del hombre primigenio que se valía del fuego para combatir las sombras de la
noche, porque le recordaban la oscuridad de la muerte.
En este somero recuento de valores folklóricos, tampoco puedo
callarme la parte tenebrosa de esta noche, entre la que destaca la
extraordinaria reunión de brujas y brujos “, “canouros”, que se concentran en
los “aquelarres”, bajo la presidencia del demonio encarnado en un macho cabrío
de tres cuernos, llamado Leonardo, pero conocido con el remoquete de “el
cabrón”.
Más, sin duda alguna para paliar tan horrible
acontecimiento y al propio tiempo para poetizar esta noche en la que “el mito
creador y fecundador”, tiene su más claro exponente, resulta que al margen de
toda suerte de conjuros y desconjuros, existen hadas buenas, como entre otras,
este ramillete de hermosas jóvenes coruñesas, que a las 12 en punto de la noche
y a la luz de la luna, peinarán sus cabellos rubios con peines de oro, ínterin
que los diminutos duendes llamados “xans”, roban manzanas y se beben la leche
de las ubres de las vacas.
También es bueno a
esa hora, el beberse un vaso de agua procedente de siete fuentes, porque
aclara la mente y cura toda suerte de dolencias a la piel. Pero en el papel
fecundador del agua nada más recomendable para las mujeres estériles, que eso
de tomarse un baño de nueve olas aquí, en el mar del Orzán o debajo del
Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Lanzada. Así es de interesante y
significativa esta mágica y enigmática noche de la víspera de San Juan que hoy
en este Paraninfo del Instituto Eusebio da Guarda, celebramos, porque como hemos
dicho antes, se apoya en tan importantes bases cuales son: la poesía; el
encantamiento; el misterio; el amor y la ingenuidad.