1929 Animadísima Noche de San Juan en La Coruña. España en vilo por la desaparición en aguas del Atlántico de los aviadores Franco, Ruiz de Alda, Gallarza y Madariaga

Liceo de Monelos

Un año más las calles de la Torre, campo de Artillería, Progreso e Independencia celebraron  por todo lo alto la víspera de San Juan. Numerosas charangas y varios pianos de manubrio y organillos fueron los encargados de llevar la música a una cantidad ingente de vecinos que se  divirtieron cantando, bailando y saltando por encima de las llamas de varias de las hogueras que se quemaron en la zona. 

La última romería de la ciudad

Las ciudades no son sólo lo que sus ciudadanos quieren que sean en un tiempo presente, son también las tradiciones heredadas de otras épocas lejanas que fueron marcando una impronta especial y ese sello, a modo de pátina, que distingue a unos lugares de otros, confiriéndoles sus propias señas de identidad.

1989 El año de la XX Meiga Mayor Luisa Maria Novoa-Cisneros y de la VI Meiga Mayor Infantil Elena Liste Quintela.

Luisa M Novoa-Cisneros García, vigésima Meiga mayor de las Hogueras de
San Juan de la Coruña. 

Alrededor de las nueve de la tarde del día 23 de junio de 1989, tenía lugar en el restaurante Os Arcados-Playa club, la XIX Fiesta del Aquelarre Poético, donde sería proclamada como vigésima Meiga Mayor de las Hogueras de San Juan de la Coruña, la joven coruñesa Luisa María Novoa-Cisneros García y sus Meigas de Honor.

El restaurante, emblemático lugar en la historia de las Hogueras de San Juan coruñesas, venía siendo desde 1978 el marco elegido para la celebración de la Fiesta de Aquelarre y proclamación de las Meigas Mayores. 

Ese año, como no podía ser de otra forma, lució de forma esplendorosa con reposteros con el escudo de armas de la ciudad, banderas de España y Galicia, numeroso adornos florales, alfombra roja, así como soldados ataviados con antiguos uniformes a la usanza del los ejércitos españoles del siglo XVi  que formaban la guardia de honor.

Organilleros, castañeros y otras lindezas

Había una serie de signos inequívocos que delataban que el verano estaba llamando a las puertas de Marineda allá por el final de la década de los 60 e inicios de la de los 70.