miércoles, 26 de junio de 2019

1962. Veintitrés de junio, aquel día en que nacieron las Hogueras de San Juan de Fernando Macías.


Ovidio García, Luis Moreno, José Eugenio Fernández, J. María Barcala
Julián Fernández y agachado Carlos Vallo, fundadores de aquella
primer Hoguera de la calle de Fernando Macías en 1962.
1962, el año en que nacieron las Hogueras de San Juan de la calle de Fernando Macias, fue sin duda un año apasionante. Juan Carlos de Borbón, futuro Rey de España, contraía matrimonio en Atenas con la princesa Sofía, hija del Rey Pablo de Grecia. Su Santidad el Papa, Juan XXIII declaraba abierto el concilio Vaticano II, para que en la Iglesia entrasen nuevos aires de renovación. 

Un avión espía norteamericano confirmaba con sus fotografías que en la isla de Cuba, la Unión Soviética, con la aquiescencia del gobierno de Fidel Castro, estaba instalando misiles con cabezas nucleares de corto y medio alcance que apuntaban directamente al corazón de la nación del tío Sam. 

Boda de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia
Se iniciaban así trece días de innumerables movimientos estratégicos entre los que destacaba un férreo bloqueo a Cuba, para impedir así la llegada a puertos cubanos de buques rusos con material armamentístico. El mundo estuvo al borde de un cataclismo nuclear.

Mientras los españoles asistían sobrecogidos a las terribles inundaciones de Cataluña, donde se pondría de manifiesto la gran solidaridad del pueblo español con sus compatriotas catalanes.

Playa de Riazor.
Ese año José Eugenio Fernández Barallobre, mi hermano Cheche que había superado la prueba de ingreso al bachiller, se aprestaba a pasar un magnífico verano. Había visitado a nuestra abuela, Josefa, en su casa del número 13-A 1º de la calle de Rubine. Ella, por sus buenas notas, le premió con veinticinco pesetas para que los gastase en lo que quisiera. Cheche, ya  había  sentido la magia de la noche de San Juan a través de la hoguera que se plantaba delante de la casa de baños La Salud, propiedad de la familia Dorrego, en el final de los años cincuenta, principios de los sesenta y que precisamente había desaparecido ese año 62 al iniciarse las obras de construcción de un enorme y feo edificio que en la actualidad todavía en los días soleados de verano proyecta, durante unas horas, su espantosa sombra sobre el arenal de Riazor. Fueron aquellos permisos municipales otorgados sin sentido, los que permitieron que el constructor, Antonio Siso, levantase tamaño adefesio.

Pues bien, Cheche en esos días de junio anteriores al  23, buscó y rebuscó ayuda entre sus amigos para quemar una hoguera, organizada por los niños   de la calle de Fernando Macias, para cumplir así con el fantástico rito de la noche de los grandes aconteceres y de paso competir con las hogueras que se realizaban por otras calles de la zona. 

Playa de Riazor.
Sus propuestas no tuvieron el eco deseado hasta una tarde de mediados de mes en que se reunió en la playa de Riazor con sus amigos, Carlos Vallo, José María Barcala (+), Ovidio García, Luis Moreno (+), Julián Fernández Montells, Pepe Tomé, los hermanos Manolín y Luisín y José Luis Ramil y no teniendo otra forma de convencerlos, al tener  el billete de cinco duros en el bolsillo, se le ocurrió comprar voluntades a base de una invitación a unos helados en la heladería La Jijonenca de la calle de Rubine. Dicho y hecho, los amigos sucumbieron al sabor del rico helado y se aprestaron a realizar con Cheche la primera hoguera de San Juan de la calle de Fernando Macías.

Calle Calvo Sotelo vista desde Los Puentes.A la derecha Torre Coruña
en construcción.
Se eligió como lugar de emplazamiento de la hoguera, la calle del Paseo de Ronda, hoy Calvo Sotelo, entre el edificio que la Compañía Telefónica tenía y tiene en la esquina de la calle del Teniente Coronel Teijeiro y la torre Coruña que se estaba construyendo. 

Allí se apiló la madera que se consiguió, recogiendo trastos viejos por las casas, cajas aportadas por algún comerciante de la zona, robando algunas tablas y muchos recortes de madera que provinieron de la generosidad de D. Juan López y de su hijo Xanete que poseían una carpintería en el número 21 de la calle de Rubine.

Avenida de Rubine.
Por cierto la madera que se fue reuniendo los días anteriores a la quema, para estar a salvo de las malévolas intenciones de alguna hoguera vecina, se guardó en una vieja carbonera  que nuestra abuela Josefa tenía en la buhardilla de su casa en la calle de Rubine. Ahí quedó a salvo hasta la mañana del día 23 en que comenzó a ser transportada hasta el lugar de su emplazamiento. Por la zona aquel año se quemaron numerosas hogueras, destacando sobre todas ellas la que los chavales de la calle Calvo Sotelo, con la ayuda del constructor Manuel Longueira que vivia en la calle, plantaron delante del colegio Compañía de Maria y que ese año tenía como motivo un tranvía en claro guiño a la desaparición  ese verano de la linea tres de la compañía de tranvías que realizaba el recorrido Plaza de Mina-Avenida de la Habana. 


Hoguera de los chavales de la calle Calvo Sotelo, Todo un
ejemplo  en aquella época
La hoguera de Cheché y sus amigos fue una hoguera pequeña, sin pretensiones, realizada con prisas, pero que con los años iría en considerable aumento hasta convertirse en la mejor de la zona.  Esa hoguera sería la adelantada por excelencia de las que a partir de 1970 prenderían todos los 23 de junio, las dulces manos femeninas de la figura de la Meiga Mayor y la que andado el tiempo se convirtió en la única fiesta de interés turístico Internacional que tiene nuestra ciudad.

Un pequeño cañón de madera que aportó José María Barcala y una cruz griega de mimbre que no era otra cosa que la cruceta que sostenía la patas de una vieja silla, fueron los elementos ornamentales con que se remató  esa primera hoguera.

Playa Club.
Aquel día 23 de junio de 1962 fue sábado, y la ciudad se aprestaba a vivir, de la mejor manera posible, la noche más corta del año. La oferta fue numerosa y variada. El Playa Club organizaba un baile desde las siete y media de la tarde hasta la madrugada. En La Granja se celebraba la gran verbena de San Juan amenizada por Los Marinelli, como homenaje a la guapa del Moto club Coruña. 

El café Kiosco Alfonso presentaba a la orquesta Ritmo con Rodri y el maestro Dielh. El grupo de la Fábrica de Tabacos y el Lar Catalán festejaban la noche de San Juan con un baile de gran gala, por rigurosa invitación, para homenajear a las bellezas coruñesas que representado a diferentes sociedades optaban a alzarse con el título de Guapa de la Coruña. 

La Solana.
La Solana iniciaba la temporada de bailes de verano  con la orquesta Atlántida y su cantor J’ Hay. En la Hípica ardería la hoguera acompañada por los ritmos de las orquestas Los Príncipes y Los Players. 

Igualmente en el Leirón del Casino, en la calle de Juan Florez, tendría lugar la tradicional hoguera de San Juan y una animada verbena. El Seijal por su parte anunciaba para el día del Santo una magnífica actuación de las orquestas Iris e Hispania.

Leirón del Casino de La Coruña. Al fondo la plaza de Toros y
la calle de Fernando Macias.
En el teatro Rosalía se estrenaba ese día 23, La chica con la maleta que no era otra que la bellísima Claudia Cardinale. El cine Savoy exhibía “Millonario a la fuerza”. Otras cintas que se proyectaron en nuestra ciudad ese día fueron: Teatro Colón: “Pobre y Millonario”. Cine Coruña: “Kansas busca a un asesino”. Avenida: “Sentencia contra una mujer” con Emma Penella. 

En el Monelos y en el Finisterre la voz de Joselito llamaba con dos películas. “El pequeño Coronel” y “Escucha mi canción”. Frank Sinatra hacía las delicias de los cinéfilos en el cine Hércules con la película “Como un torrente”. Una de terror se ofreció en el cine Ciudad, “Agárrame ese vampiro”. 

Cine Coruña.
En el Rex, la guapa Brigitte Bardot en “Esa Pícara colegiala”. El Doré, el Goya y el París se inclinaron por tres cintas de aventuras: “En las ruinas de Babilonia”; “La rebelión de los Gladiadores” y “El Rebelde” con Stewart Granger. 

En el Ideal Cinema, el irresistible Marlon Brando en “Sayonara” y en el inigualable y simpático  Equitativa “El diario de Ana Frank “.

Evaristo Martín Freire Gobernador Civil
de La Coruña
Poco le importaba eso a Cheche y a sus amigos, enfrascados esa mañana en levantar la hoguera que se quemaría a la noche en honor al buen Santo, que tuvo el honor de bautizar a Jesucristo, o que también el cuerpo consular ofreciera un almuerzo en honor del Gobernador civil, Evaristo Martín Freire. 

Que la sociedad deportiva Hípica agasajara con una brillante recepción al equipo de balonmano femenino de la sociedad que se había proclamado campeón de España con Natacha Astray como gran figura y con Tito de Mena como entrenador y donde destacaban también las jugadoras  Adela Castro, y María del Carmen Iparraguirre que junto a  Natacha llegarían a ser internacionales con España.
 

Equipo de balonmano de la Hípica campeón de España.
Que la peña del Casino de La Coruña Recoponostioforo, de la que eran miembros José María Vales, Eduardo de Aspe y Fernando Souto, entre otros, celebrase una comida benéfica en la cocina económica. Que el teniente Emilio Bello, fuera atropellado por una motocicleta en la calle del General Sanjurjo o que el niño Armando Fernández fuese mordido por un perro en la travesía de Juan Castro Mosquera. 

Tampoco preocupaba que dos muchachos en Eirís se quemasen jugando con pólvora. Ni que esa tarde abriese sus puertas, en el número 14 de la calle de los Olmos, la cafetería Porto-Cristo. Que el Sevilla y el Valencia empatasen a dos goles en la semifinal de la Copa del Generalísimo. O que la prensa anunciase que Manuel Benítez “El Cordobés”, fuese a cobrar 5.000.000 de pesetas por interpretar dos películas.  


Amancio era traspasado al Real Madrid
Para nada los descentró de su labor hogueril que el presidente del Deportivo Jesús Cebrián, después de vender a Amancio al Real Madrid, comunicase los fichajes de Miguel y Escolá. Ni que ese día la tómbola de Caridad vendiese 110.000 boletos. O que el doctor Elías Tovar anunciase que suspendía su consulta hasta el 10 de julio para asistir a un congreso de cirugía cardio-vascular en Estocolmo. 

Programa de televisión Gran parada. 
Nadie atendería a la programación de radio que ese día 23 ofrecía, a través de la SER, Cabalgata Fin de Semana con una entrevista de Pepe Iglesias El Zorro al coruñés José Luis Naveira que se había proclamado vencedor del concurso radiofónico “Fiesta en España”. Ni por supuesto a la televisión que  entre otros programas emitió a Pedrito Corchea; un telefilme de Guillermo Tell; Peña Deportiva; la retransmisión deportiva de las 24 horas de Le Mans; Tele sainete; Gran Parada y los telediarios informativos.

El Arca de Noé.
Mi hermano le pidió cincuenta pesetas  a nuestro padre, Marcelino,  para comprar dos globos de papel en el Arca de Noé de la calle de San Andrés, que regentaba Ángel San Millán Repiso y donde trabajaba la que sería esposa de mi gran amigo y excelente pintor Marcial Ortiz, y que era un verdadero arca ya que en él podías encontrar desde una gaita gallega, pasando por maletas, juguetes, globos de papel hasta tracas y una ristra de petardos. Esos globos, unidos al que Ovidio, otro miembro de aquella pandilla de amigos, consiguió de la generosidad de su padre, serían elevados al cielo coruñés unos minutos antes de prender la hoguera.

Carlos Vallo, José Eugenio Fernández y Luis Moreno
tres de aquellos fundadores de la Hoguera de San Juan
de Fernando Macías en 1962
Recuerdo que a la puesta de largo de la hoguera que organizó mi hermano y sus amigos, asistí de la mano de mis padres pues contaba con tan solo cinco años de edad. La noche, algo nublada, tuvo una aceptable temperatura de 17 grados. Los globos se elevaron con facilidad y la hoguera se quemó con rapidez. 

Fue una delicia ver los rostros felices de aquellos amigos que habían logrado realizar la primera hoguera, en honor a San Juan, de la calle de Fernando Macías. Rodeados de familiares y amigos, saltaron y bailaron alrededor del fuego purificador. 

Al final todos volvimos satisfechos a nuestras casas, sobretodo mi hermano Cheche que ya maquinaba, dentro de su cabeza, como sería la hoguera de 1963.

Al día siguiente en que se iniciaba curiosamente el Tour de Francia con la participación de tan solo seis españoles, Bahamontes, Suárez, Angelino Soler, Alomar, Otaño y Campillo, la pandilla volvió al lugar de la quema y comprobó estupefacta que la cruz griega de mimbre no había sido pasto de las llamas. 

Tómbola de Marisol
Se había quemado tan solo un poco y había quedado convertida en un cruz latina. ¿Era un presagio? ¿Habría sido San Juan con su mano firme quien con la conversión e indulto de aquella cruz auguraba un futuro esplendoroso para esa pequeña hoguera que nacía en la calle de Fernando Macías?

Son preguntas evidentemente sin respuesta. Pero lo cierto fue que aquella hoguera tuvo un arranque sorprendente. En un mundo atrapado en una guerra fría sin cuartel, que a punto estaría de desencadenar una guerra nuclear mundial, unos simples helados fueron capaces de obrar un  milagro. Un milagro que nació entre la tómbola de Marisol y la canción de juventud de Rocío Dúrcal. Las dos niñas prodigio del cine español alumbraban con sus alegres canciones el inicial camino de una obra sin parangón. 

Canción de Juventud Rocío Dúrcal
Un fenómeno que arrancó como un juego de inocentes niños coruñeses para celebrar la tradicional hoguera de San Juan y que se ha venido repitiendo año tras año hasta la fecha, que la han perpetuado en el espacio y en el tiempo, a pesar del sectarismo y odio de la infecta marea,  como la mejor y más popular fiesta coruñesa, gracias a la pertinaz fe de un niño enamorado del mágico rito de las hogueras y de las veinticinco pesetas de la abuela Josefa.

Carlos Fernández Barallobre.