miércoles, 17 de junio de 2015

Las Cortes de 1520

El año 1975 fue especial para las HOGUERAS. De una parte, la experiencia de cinco años, nos había permitido afianzar nuestro proyecto que ya contaba con el respaldo popular y de otra, llegado este punto, nos encontrábamos con fuerza suficiente para afrontar nuevos y más ambiciosos retos.

Uno de estos proyectos fue, ni más ni menos, tratar de reproducir, de la manera más fidedigna posible, las Cortes que en el año de gracia de Nuestro Señor de 1520 reuniera en nuestra ciudad S.M. el Rey Don Carlos I de España con el fin de recabar las ayudas económicas necesarias para partir hacia Alemania donde se ceñiría la corona del Sacro Imperio Romano-Germánico con el nombre de Carlos V.

El proyecto, enmarcado dentro de uno más amplio que denominamos “Documentos Históricos” y que pretendía reproducir las páginas más brillantes de la historia coruñesa, presentaba grandes dificultades no solo en el aspecto puramente económico, sino también en la captación de la información necesaria para llevarlo adelante.
Las Cortes de 1520


No puedo precisar porque decidimos elegir este episodio histórico para iniciar lo que pretendía ser una larga serie de documentos a escenificar en años sucesivos, pero lo cierto es que todos estuvimos de acuerdo en llevarlo adelante.

Como primera medida nos dirigimos a Gil Merino, Director entonces del Archivo del Reino de Galicia, quien nos puso al corriente de las dificultades con que íbamos a toparnos ya que en el archivo del caserón del Jardín de San Carlos no existía documentación alguna al respecto y tan solo podríamos dar con ella en el Archivo General de Simancas.

Con todo le rogamos aceptase el nombramiento de asesor histórico que no declinó, manifestándonos que podíamos contar con todo su apoyo y asesoramiento, algo que consideramos imprescindible para llevar el proyecto a buen puerto.

En el seno de la Junta Directiva de la Comisión surgió un debate para determinar el marco idóneo donde escenificar este hecho trascendental para la Historia de España, teniendo en cuenta que el lugar donde se reunieran aquellas polémicas Cortes, el viejo Convento de San Francisco, había desaparecido casi completamente de la faz ciudadana.

El desaparecido Convento había estado situado en terrenos próximos a la Capilla de la Orden Tercera que en aquel momento ocupaba la Jefatura de Artillería de la VIII Región Militar y algunas dependencias del Parque y Maestranza de este Arma militar, por ello algunos plantearon que la citada Capilla de la Venerable Orden Tercera, al menos por su proximidad geográfica, sería el lugar más idóneo para reproducir las Cortes.

Sin embargo otros, entre los que me encontraba, abogamos por la iglesia de San Francisco que en su momento formó parte del Convento y que había sido trasladada, años antes, piedra a piedra, desde su ubicación original hasta las proximidades del Paseo de los Puentes, tan próximo a la zona de influencia de nuestras HOGUERAS y de tantas evocaciones especiales para nosotros.

Decidida en votación esta segunda alternativa nos pusimos en contacto con el padre Benito, Prior de la Orden Franciscana en nuestra ciudad, quien nos ofreció todo tipo de facilidades, no poniendo inconveniente alguno en cedernos la hermosa iglesia de ábside gótico para representar en ella las Cortes.

Otro de los primeros contactos que establecimos fue con nuestro buen amigo, también desaparecido, y asiduo colaborador José Redondo Santos, magnífico Director de Teatro, a quien le confiamos la dirección escénica de la representación.

Aquellos años dentro de la programación de HOGUERAS se incluía, como se hace actualmente, una Semana de Teatro en la que participaban diferentes Grupos tanto de La Coruña como de otras partes de Galicia, completando las representaciones con una serie de “mesas redondas” con directores, autores y actores que resultaban especialmente interesantes y muy concurridas ya que por aquellas fechas el movimiento teatral amateur coruñés estaba en pleno auge. Todo ello nos permitía mantener fluidos contactos con el mundillo del teatro en nuestra ciudad.

José Redondo aceptó encantado el reto y se puso de inmediato a trabajar buscando actores que diesen vida a los protagonistas históricos de aquellas Cortes que se celebraron en nuestra ciudad.

Otra de las gestiones, tal vez la más importante, vino de la mano de Chefa Sanz, Meiga de Honor y miembro de la Junta Directiva de la Comisión, a la sazón sobrina del Director del Archivo General de Simancas, quien se encargó de solicitar de su tío toda la documentación necesaria para poder entresacar un guión que sirviese a José Redondo para escenificar aquel importante episodio de nuestra historia patria.

Paralelamente comenzamos a movernos para conseguir el apoyo económico necesario para sacar adelante el proyecto que suponía un importante desembolso económico, ya que solamente en concepto de alquiler de vestuario se habían presupuestado más de 100.000 pts. de aquellos tiempos, a las que había que sumar gastos de decoración, imprenta, publicidad y otros de menor cuantía.

El apoyo necesario lo buscamos en la Diputación Provincial cuyo Presidente, Lino Rodríguez Madero, no dudó en asignarnos la nada desdeñable cantidad de 150.000 pts., para financiar la mayor parte de los gastos que iba a generar la puesta en escena de las Cortes. Como anécdota comentar que la subvención que recibimos en la actualidad del organismo provincial no supera en mucho aquella cantidad pese a que han transcurrido casi cuarenta años.

Una de las primeras medidas adoptadas fue crear un subcomisión de seguimiento del proyecto quien se encargó no solo de la captación de recursos e información, sino también de la mínima decoración que adornaría la iglesia, cuyas obras de traslado y reedificación no estaban aun rematadas al cien por cien.

En este sentido pensamos que el templo en sí mismo aportaría un decorado más que suficiente para poner en escena las polémicas Cortes, pese a ello decidimos confeccionar dos grandes gallardetones cuartelados con las Armas de España para colgar de sendos balconcillos que superan la nave central a la altura del crucero, con el fin de ambientar más el marco.

Por supuesto le pedí a mi madre colaboración en esta fase y desde luego me la ofreció toda, así que durante varios días algunas de las Meigas de Honor de las HOGUERAS-75, especialmente la bellísima Elena Villarquide y la no menos guapa Mª José Arrojo, ocuparon la mesa del comedor de mi casa paterna convertida en ocasional taller de confección de los dos grandes gallardetones que todavía se conservan en la actualidad y que han sido utilizados, además de en las Cortes, en contadísimas ocasiones a lo largo de la historia de nuestras HOGUERAS.

Sobre cada uno de los cuarteles de estos gallardetones se cosieron castillos, leones, barras y cadenas confeccionados en fieltro que fue adquirido en la Ganga, un comercio de la calle de San Andrés de toda la vida ya desparecido. Como anécdota comentar que las cadenas de Navarra están confeccionadas, por error imputable a mi, en fieltro de color gris – que ni siquiera es color heráldico – en lugar del oro en que deberían estar hechas siguiendo los patrones de la ciencia heráldica.

Con relación a los uniformes, tras remitirnos José Redondo sus necesidades, nos pusimos en contacto con nuestro proveedor habitual, la madrileña Sastrería Izquierdo suministradora de los uniformes de la Guardia de las Meigas durante años, quien nos indicó que atendería todas nuestras demandas ya que disponía de todo el vestuario solicitado. De esta forma, por correo, remitimos a Izquierdo la relación de trajes de Caballeros, Heraldos, Soldados, Frailes y, como no, del Rey, que precisábamos para que nos lo remitiese en tiempo y forma.
Las Cortes de 1520

Por supuesto que la música que se utilizaría como fondo y ambientación de la representación, así como para unos momentos muy concretos de la misma como la entrada del Rey, fue minuciosamente elegida entre la española del Renacimiento, adquiriendo sendos discos con composiciones de Cabezón y otros contemporáneos que ambientaron toda la puesta en escena.

Uno de los problemas a resolver era el de la iluminación, elemento muy importante para determinados efectos que pensaba darle a la obra su director. Fue el propio José Redondo quien facilitó una buena parte de estos medios en tanto que otros fueron solicitados al Ayuntamiento coruñés quien también colaboró en este apartado.

Como estaba previsto, el Director del Archivo de Simancas remitió toda la documentación solicitada que rápidamente se hizo llegar a José Redondo quien, en base a ella, preparó el guión de la representación.

Para los papeles principales de Carlos I, del Obispo de Badajoz, del Procurador García Ruiz de la Mota, de los distintos Procuradores intervinientes, etc., se contó con el concurso del Grupo de Teatro de la Universidad Laboral “Crucero Baleares” que dirigía el propio Redondo, así como con el de personajes coruñeses como el rapsoda Andrés Rey que ya había colaborado con HOGUERAS en anteriores ocasiones; en cuanto al resto de actuantes, Pajes, Soldados, Frailes y Procuradores, se buscaron como figurantes a gente joven de nuestra zona de influencia que colaboraron gustosos en la puesta en escena.

Los días previos se caldeó el ambiente, como mejor se pudo, a través de los medios de comunicación y se remitieron las invitaciones para el acto fijado para la noche del día 22 de junio.

En imprenta encargamos una especie de díptico explicativo en cuya portada figuraba una fotografía de detalle de uno de los arcos interiores de la iglesia realizada por José Francisco Freire, colaborador de la Comisión.

Como curiosidad decir que en los tarjetones de invitación, siguiendo una sugerencia de nuestro buen amigo el inolvidable Miguelón Saéz Vinós, quien invitaba al acto era la Meiga Mayor en lugar del Presidente de la Comisión como es habitual, algo que tan solo sucedió en otra ocasión a lo largo de la historia de nuestras HOGUERAS, concretamente en la recepción que la noche del 23 de junio de 1999 ofrecimos a la Oficialidad y Caballeros Guardiamarinas embarcados en el Buque Escuela de nuestra Armada "Juan Sebastián Elcano", en su primera arribada a nuestro puerto.

Como estaba previsto, en la fecha convenida, llegaron los baúles con los trajes y uniformes procedentes de Madrid que mi hermano Calín se encargó de recoger, acompañado de los “hombres de borraxa”, dos chavales que trabajaban como mandaderos en el comercio de mi padre, auxiliados por una carretilla de la misma procedencia. Como es lógico en estos baúles también viajaron los uniformes de los 33 componentes de la Guardia de Honor de las Meigas para vestirse en la jornada del día siguiente, 23 de junio.

Los días precedentes recibimos la confirmación de asistencia del Presidente de la Diputación, Lino Rodríguez Madero, así como de su Vicepresidente, José Luis Mariño Cea, y de los Concejales, extraordinarios amigos y colaboradores, José Peña Bermúdez y Juan José Laredo Verdejo, en representación del Alcalde. 

Y llegó el gran día. Como mejor pudimos adecuamos el recinto utilizando sillas castellanas y otros aditamentos; hicimos las pertinentes reservas de asientos tanto para las Autoridades que habían confirmado la asistencia como para la Meiga Mayor, Teresa García Vila, y sus Meigas de Honor y a la hora acordada abrimos las puertas de par en par, permitiendo que el aforo del templo se llenase mientras las composiciones renacentistas ponían el contrapunto musical.

Tras la presentación y explicación de lo sucedido en aquellas Cortes en la voz de Gil Merino, se apagaron las luces de la iglesia quedando esta sumida en una mágica penumbra. Por uno de los laterales surgió entonces un frailuco que, provisto de un cabo de vela, iba dando luz a unos hachones situados en el altar mayor en cuyo centro se alzaba el trono real, a la vez que se iban encendiendo también los focos y reflectores dispuestos para iluminar la escena.

A partir de ahí se sucedieron los distintos episodios que dieron vida las Cortes. La solemne entrada del Rey, el discurso de la Corona, el de la República Cristiana, las peticiones de los Procuradores, incluso la irrupción, no histórica, de un grupo de nobles gallegos que reivindicaban el voto en Cortes para Galicia que por aquellos años estaba representada por Zamora. Tras ello, los Procuradores votaron aprobando lo solicitado por S.M. el Rey.

Al final, el mismo frailuco del principio, retornado a escena tras haberse retirado todos los personajes participantes, apagó, uno a uno, todos los hachones y velas mientras que focos y reflectores fueron bajando en intensidad lumínica, en tanto que el relator ponía la nota final diciendo que “esto sucedió en la ciudad de La Coruña en el mes de mayo del año de gracia de Nuestro Señor de 1520”.

Una fuerte ovación rubricó aquella memorable jornada que ha quedado escrita con letras de oro en el libro de la historia de nuestras HOGUERAS.

Como remate, y pese a que horas después tendríamos que afrontar una interminable jornada de 23 de junio, nos fuimos a celebrarlo a la cafetería “Yessi”, sita en la avenida de Rubine, donde cenamos una buena parte de los miembros de la Junta Directiva, felicitándonos por el éxito logrado con nuestras Cortes de 1520, tras realizar el correspondiente juicio crítico.

Con posterioridad, alentados por el éxito obtenido, nos planteamos sacar adelante otros proyectos relacionados con instantes importantes en la historia de nuestra ciudad; desde reproducir la heroica defensa de la ciudad por María Pita y los coruñeses en 1589, hasta realizar un corto sobre la Batalla de Elviña de 1809. Sin embargo, la falta de fondos impidió que aquel proyecto inicial de los “Documentos Históricos” tuviese continuidad quedando tan solo constreñidos a esta escenificación de las Cortes de 1520 que, pese a todo, nadie más fue capaz de escenificar al menos con la brillantez con que lo hicimos nosotros en aquellas HOGUERAS-75. 

José Eugenio Fernández Barallobre