martes, 1 de marzo de 2016

"Coruña de ayer". La procesión de Jueves Santo

Tal vez esa neblina en la que quedan sumidos los recuerdos con el paso de los años no permita devolver a la memoria, con toda la frescura, el recuerdo de hechos vividos; quizás lo más que se puede lograr es una recuperación un tanto distorsionada de la realidad; sin embargo, de una u otra forma, todavía permanecen relativamente frescos en los recuerdos algunos episodios de los que fuimos testigos años atrás y entre ellos sin duda están aquellas procesiones del Jueves Santo coruñés de los inicios de la década de los 60.

La Coruña fue siempre ajena a los tópicos relacionados con la Semana Santa que hablan del profundo aroma a flores primaverales mezclado con el olor inconfundible de la cera al quemarse; tampoco nuestra ciudad fue escenario nunca de vistosos desfiles procesionales en los que tallas de incalculable valor o belleza hacen estación de penitencia por plazas y avenidas; ni siquiera la querida Marineda se ha distinguido por ver discurrir por sus calles largas filas de cofrades vestidos con hábitos multicolores. Más bien todo lo contrario. La Semana Santa coruñesa constituía – de hecho aún lo constituye en la actualidad - un estadio en la vida cotidiana, un parón en el inicio de cada primavera, que se vivía con cierto recogimiento y con una religiosidad un tanto peculiar.
Paso de "El Prendimiento" de La Coruña, obra de José Rivas (años 40) 

lunes, 29 de febrero de 2016

"Coruña de ayer". Aquella Semana Santa que yo conocí

La Semana Santa de principios de los años 60 comenzaba, igual que hoy, con el multitudinario procesionar de Nuestra Señora de los Dolores de tanta raigambre en nuestra querida Marineda no en vano nos liberó de la fatídica epidemia de peste de 1854, circunstancia esta que le granjeó la devoción de miles de coruñeses que, desde ese momento, cada vez que llega el viernes anterior al inicio de la Semana Mayor se asoman a las calles de la Pescadería para ver discurrir, entre gran recogimiento, esta hermosa talla de vestir de la Virgen enlutada.

Aquella procesión que transitaba, entre otras calles, por la de San Andrés desfilando delante de la airosa torre del reloj de la Caja de Ahorros, tristemente derribada y perdida para siempre para nuestra ciudad, la abría la desaparecida Banda de Cornetas, Tambores y Gaitas de los Aprendices de la Fábrica de Armas y la cerraba la Compañía de Honores, con Bandera, Banda, Escuadra y Música, del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29, también perdido para la ciudad tras su marcha a tierras pontevedresas. El cortejo lo presidía la Autoridad que ostentaba la representación del Jefe del Estado y en él figuraba un nutrido grupo de Representaciones de todos los estamentos de la vida coruñesa.

Contraluz en Jueves Santo

sábado, 27 de febrero de 2016

1915. Lluviosa noche de San Juan con concurso de feos en el campo de Artillería.


A pesar de la lluvia, la Noche de San Juan se celebró en diferentes barrios de la ciudad.  En la calle de la Torre, en Progreso, en San Juan, en el Campo de Artillería, donde la sociedad “El temporal” echó la casa por la ventana con una lucida fiesta, hubo animación pero la lluvia restó a la jornada festiva incalculable número de personas.  La mayoría de las calles estaban iluminadas  a la veneciana, con farolillos de gas, música, bailes y mucha animación y alegría. Al final de la calle de la Torre se situó una murga que hizo las delicias de numerosas parejas de bailarines que resistieron heroicamente el enorme chaparrón pero que al final tuvieron que desistir y refugiarse en numerosos portales donde prosiguió el baile, amenizado por varios organillos, hasta más allá de las doce de la noche.

martes, 23 de febrero de 2016

¿Valió la pena?

Llevo tiempo dándole vueltas a esta sencilla cuestión, una pregunta que gira una y otra vez en mi cabeza tratando de encontrar una respuesta capaz, al menos, de darme o negarme una autosatisfacción. 

Desde muy joven, debido a mi formación, me inculcaron una máxima que me ha acompañado, a lo largo de los años, hasta nuestros días. Una norma de conducta, de vida diría yo, que se resume en esta frase: No se trata de lo que pueda hacer España por mí, sino lo que puedo hacer yo por España; algo extrapolable, bajando un par de escalones, es de aplicación a mi ciudad y en consecuencia no es relevante lo que pueda darme La Coruña sino lo que yo le pueda dar a ella.
La Cabalgata de 1972