La Semana Santa de principios de los años 60 comenzaba, igual que hoy, con el multitudinario procesionar de Nuestra Señora de los Dolores de tanta raigambre en nuestra querida Marineda no en vano nos liberó de la fatídica epidemia de peste de 1854, circunstancia esta que le granjeó la devoción de miles de coruñeses que, desde ese momento, cada vez que llega el viernes anterior al inicio de la Semana Mayor se asoman a las calles de la Pescadería para ver discurrir, entre gran recogimiento, esta hermosa talla de vestir de la Virgen enlutada.
Aquella procesión que transitaba, entre otras calles, por la de San Andrés desfilando delante de la airosa torre del reloj de la Caja de Ahorros, tristemente derribada y perdida para siempre para nuestra ciudad, la abría la desaparecida Banda de Cornetas, Tambores y Gaitas de los Aprendices de la Fábrica de Armas y la cerraba la Compañía de Honores, con Bandera, Banda, Escuadra y Música, del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29, también perdido para la ciudad tras su marcha a tierras pontevedresas. El cortejo lo presidía la Autoridad que ostentaba la representación del Jefe del Estado y en él figuraba un nutrido grupo de Representaciones de todos los estamentos de la vida coruñesa.
Aquella procesión que transitaba, entre otras calles, por la de San Andrés desfilando delante de la airosa torre del reloj de la Caja de Ahorros, tristemente derribada y perdida para siempre para nuestra ciudad, la abría la desaparecida Banda de Cornetas, Tambores y Gaitas de los Aprendices de la Fábrica de Armas y la cerraba la Compañía de Honores, con Bandera, Banda, Escuadra y Música, del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29, también perdido para la ciudad tras su marcha a tierras pontevedresas. El cortejo lo presidía la Autoridad que ostentaba la representación del Jefe del Estado y en él figuraba un nutrido grupo de Representaciones de todos los estamentos de la vida coruñesa.