El Carnaval, extraño y misterioso, con su interminable legión de disfraces de brujas, demonios y monstruos, siempre estuvo rodeado en Marineda de ciertas peculiaridades que lo convierten en diferente al celebrado en otras ciudades similares. Fue siempre un Carnaval entrañable, incluso divertido, aunque, al igual que otras muchas cosas, un poco de andar por casa.
Por supuesto en los años 60 no era como ahora y por tiempo de Carnaval todo el mundo concurría a clase, máxime los que estudiábamos en Colegios religiosos cuyos sacerdotes o monjas no veían con buenos ojos que acudiésemos a bailes o concursos carnavalescos por lo que aprovechaban esas fechas para organizar interminables ejercicios espirituales o meditaciones que nos retuviesen en el colegio hasta últimas horas de la tarde.
Por supuesto en los años 60 no era como ahora y por tiempo de Carnaval todo el mundo concurría a clase, máxime los que estudiábamos en Colegios religiosos cuyos sacerdotes o monjas no veían con buenos ojos que acudiésemos a bailes o concursos carnavalescos por lo que aprovechaban esas fechas para organizar interminables ejercicios espirituales o meditaciones que nos retuviesen en el colegio hasta últimas horas de la tarde.
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