sábado, 25 de abril de 2015

Una jornada maratoniana

Han transcurrido muchos años, sin embargo todavía hoy, cada vez que lo recordamos o lo traemos a nuestros temas de conversación, nos resulta casi increíble creer como éramos capaces de programar una jornada como la del 23 de junio en los años iniciales de nuestra andadura; una jornada interminable, densa en actos desde su principio hasta su remate en la madrugada ya del día de San Juan.
Comitiva de las Meigas en la mañana del 23 de junio de 1985 

Tuvieron que transcurrir muchos años para darnos cuenta de lo absurdo de aquel planteamiento y sobre todo para comprender que la siempre escasa infraestructura humana de nuestra organización era incapaz de acometer, con unas mínimas garantías de éxito, semejante reto.

No fue hasta 1994, veinticuatro años después del inicio de nuestras actividades, cuando las cosas comenzaron a cambiar en la maratoniana jornada del 23 de junio, víspera de San Juan; hasta entonces, la mayoría de los actos más vistosos y de mayores exigencias organizativas, se constreñían a esta fecha de tanto significado para todos nosotros.

La jornada comenzaba muy temprano. Desde primeras horas de la mañana, los más pequeños comenzaban los arduos trabajos de instalación de la Hoguera, al menos a lo largo de los años que duró esta práctica antes de ser sustituida por la instalación de la Hoguera alegórica que de alguna manera vino a aliviar una parte de la carga de trabajo. También, en estas primeras horas, alguno de nosotros se encargaba de colocar largas tiras de banderas de España y Galicia que adornaban la avenida de Calvo Sotelo.

Desde las diez de la mañana varias Bandas de Música, de Gaitas y la Comparsa de Cabezudos se encargaban, por las calles de nuestra zona de influencia, de animar la jornada con sus alegres pasacalles a modo de dianas; después, a eso de las once y media se formaba la comitiva de la Ofrenda a San Juan que hoy en día se ha trasladado, como es lógico, a la jornada del 24, día de San Juan.

La formación de esta comitiva exigía que alguno de los miembros de la organización se encargase de vestir a los figurantes que formaban la Guardia de Honor de las Meigas, para ello se utilizaban los vestuarios habidos en la parte baja del Playa Club, cedidos gentilmente por la familia Pereira, habitual colaboradora de nuestras HOGUERAS.

Una vez todos concentrados en el lugar previamente convenido partía la vistosa comitiva que acompañaba a las Meigas a la iglesia de San Francisco donde, por aquellos años, se celebraba la Santa Misa Ofrenda a San Juan hoy también trasladada para el día 24.
Fiesta del Aquelarre Poético de 1980 

Terminada la misa, la comitiva se dirigía al Playa Club donde se servía el aperitivo a las Meigas, una costumbre lamentablemente desaparecida, a la vez que la Junta Directiva aprovechaba para celebrar su última reunión antes de que una buena parte de nosotros se dedicase a ultimar los detalles para la celebración de la Fiesta del Aquelarre Poético que se desarrollaba en el restaurante "Os Arcados", sito en el complejo del Playa Club, aquella misma tarde.

La Fiesta del Aquelarre Poético, uno de los actos centrales del programa y que servía como marco para la proclamación de la Meiga Mayor y Meigas de Honor, trasladada hoy como fiesta de exaltación a la segunda quincena de mayo, exigía de un importante esfuerzo tanto en materia organizativa, distribución de mesas, señalización de las mismas, etc., toda vez que a su finalización se servía la cena que hoy se celebra el sábado anterior al inicio de la Semana de San Juan; como en la decoración de la sala, colocación de reposteros, banderas, sillones, etc. para ambientar la proclamación de las Meigas.

Como es fácil suponer, semejantes tareas nos obligaban a apear las americanas de nuestros trajes y perder de vista la posibilidad de ir a comer a casa, viéndonos obligados a hacerlo, de prisa y corriendo, en el propio Playa Club.

Casi sin solución de continuidad, a las seis de la tarde, comenzaban los pasacalles vespertinos que llevaban a Bandas y Grupos desde diferentes puntos de nuestra zona hasta la plaza de María Pita, recorriendo el centro de la ciudad. Una vez allí se celebraba un festival en el que intervenían todas ellas.

De prisa y corriendo, aprovechando cualquier hueco, y por turnos corríamos a nuestras casas para trocar la ropa que vestíamos por un flamante esmoquin como exigía el guión de la noche de San Juan.

Alrededor de las siete de la tarde, con todos ya vestidos de etiqueta, partía de la Plaza de María Pita la primera parte de la Cabalgata de San Juan que conducía a las Meigas en carros del país primero y más tarde en carrozas hasta el Playa Club.

Sobre este asunto hay que señalar que la decoración de los carros, otro problema añadido, se verificaba a la par que la preparación del marco para la celebración de la Fiesta del Aquelarre, así que mientras unos trabajábamos en el Playa Club otros lo hacían en la casa de Perrua, situada en el barrio coruñés de San Pedro de Visma donde, a base de elementos vegetales y florales se vestían a los carros encargados de conducir a las Meigas hasta la ubicación de la Hoguera. Hay que tener en cuenta, llegado este punto, que los carros de País como medio esencial de transporte en nuestra Cabalgata se utilizaron hasta 1987, siendo a partir del año siguiente en que fueron sustituidos por carrozas.

La Cabalgata, en su primera parte, discurría por la Avda. de Montoto, Avda. de la Marina, Cantones, Plaza de Mina, Juana de Vega, Plaza de Pontevedra, Avda. Finisterre, Fernando Macías, Calvo Sotelo y Plaza de Portugal, llegando a la Playa Club poco antes de las nueve de la noche, hora de inicio de la Fiesta del Aquelarre. Existía también un itinerario alternativo que transitaba por Riego de Agua y Real hasta el Obelisco, siguiendo después el anteriormente mencionado.

Cabalgata de San Juan 1974 

Una vez en el Playa Club daba comienzo la Fiesta del Aquelarre que llevaba aparejada no solo la proclamación de las Meigas sino también la lectura de poemas galardonados y, cómo no, el pregón de la noche de San Juan; a su conclusión se servía la cena de gala lo que solía provocar algún retraso en el inicio de la que llamábamos segunda parte de la Cabalgata que, saliendo del Playa Club, recorría Avda. Buenos Aires, Avda. Rubine, Plaza de Pontevedra, Avda. Finisterre, Fernando Macías y Calvo Sotelo donde la Hoguera aguardaba para ser quemada.

Paralelamente, a eso de las once de la noche, daba comienzo en la plaza de Portugal la verbena de la noche de San Juan que hacía un descanso mientras duraba la quema de los fuegos y de la Hoguera.

Tras la sesión de fuegos que se lanzaron sucesivamente desde la propia Avda. de Calvo Sotelo, Plaza de Portugal y Rotonda de Riazor, donde se queman actualmente, la Meiga Mayor cumplía con el rito de encender la Hoguera, arrojando seguidamente, junto a sus Meigas de Honor, los cardos al fuego para proceder a su purificación.

Concluida la quema nos trasladábamos de nuevo al Playa Club donde comenzaba el baile de la noche de San Juan que ponía fin, a altas horas de la madrugada, a aquella jornada maratoniana.

Hoy todo esto ha cambiado, racionalizando mucho más nuestras actividades y liberando un poco la jornada del 23 de junio que, pese a todo, sigue siendo intensa desde muy temprana hora de la mañana. En cualquier caso, como queda dicho, estos cambios tardaron en operarse y no fue hasta bien entrada la década de los noventa en los que la Fiesta del Aquelarre Poético cambió su fecha de celebración para los días anteriores a la jornada del 23.

De todas formas, tal vez el logro más importante que operaron aquellos cambios venga dado por el hecho de que la Meiga Mayor y sus Meigas de Honor no son solo "Meigas por un día" como venía siendo habitual en aquellas calendas toda vez que la Banda acreditativa y su proclamación formal tenía lugar pasadas las nueve de la noche del día 23, tan solo siete horas antes de que concluyese el programa anual de actos que, sin embargo, había comenzado en los albores del mes de junio.

José Eugenio Fernández Barallobre.