domingo, 7 de abril de 2019

Los cañones de La Coruña


Un Real Decreto del 13 de julio del año de 1926, aprueba, durante la Dictadura del General Primo de Rivera, el Plan de artillado y defensa de las Bases Navales de Ferrol, Cartagena y Mahón, tres de las más importantes con las que contaba la Armada en aquellos años. 

Ello supone, en la práctica, dotar a estas Bases de unas modernas defensas artilleras, tanto lejanas, como próximas y antiaéreas, a base de piezas de la firma inglesa Vickers de 381 mm.; 152,4 mm. y contra aeronaves de 105 mm. 

Uno de los tubos del 38,1 entrando en la Avda. de Rubine

Partiendo de este material de primer nivel mundial, cada uno de los Grupos encargados de desplegarse para la defensa del litoral próximo a las Bases citadas, se organiza con tres Baterías, una de defensa lejana, con dos gigantescos cañones 381/45; otra próxima, en otro emplazamiento, con cuatro piezas 152,4/50 y una tercera, antiaérea, con material 105/43,5, también con cuatro montajes. 

Dentro del despliegue para la defensa del Golfo Artabro, donde se encuentran enclavadas tanto la Base Naval de Ferrol, como el puerto de La Coruña, se determinó la instalación de las distintas Baterías y sus correspondientes piezas en Campelo Alto, Campelo Bajo, Prior Sur, Prior Norte, Lobateiras, Peña Roiba, Montefaro, San Pedro y Monticaño, estas dos últimas en La Coruña. 

En cuanto al despliegue coruñés, que es el que nos interesa, señalar que, en un principio, se valoró la posibilidad de instalar alguna pieza en Punta Herminia para una mejor defensa del acceso al puerto de nuestra ciudad, llegando, al parecer, a montar una pieza de 152,4/50 en 1940, que fue pronto retirada. 

No sucedió lo mismo con las otras dos y de esta forma, en el monte de San Pedro se instalaron, además de los dos colosos de 381/45 que todavía se pueden visitar, si bien en un estado de lamentable semiabandono provocado por el odio y sectarismo de los de la marea que están arruinando la ciudad, una batería antiaérea monolítica, de cuatro piezas, del calibre 105/43,5, desaparecida. 

Por su parte, la Batería de Monticaño (Pastoriza), se formó con la instalación de cuatro piezas del calibre 152,4/50, una de las cuales, a día de hoy, todavía puede verse en su emplazamiento original. 

Los dos grandes cañones de 38,1, fueron desembarcados del carguero “Brotón Maner”, en el muelle de Santa Lucía del puerto coruñés, durante la primera decena del mes de agosto de 1929 y, desde allí, trasladados a su emplazamiento final en el Monte de San Pedro. 

El traslado se verificó, tendiendo raíles ferroviarios que iban montándose y desmotándose al ritmo de la marcha de todos los elementos que formaban la pieza. De esta forma, cuando el material transitaba por una zona, re retiraban los raíles que pasaban a instalarse en el siguiente tramo del recorrido. 

La instalación de estas piezas, constituyó una obra de ingeniería militar de primer nivel, siendo este material artillero de lo más moderno de su época, además de constituir el de mayor calibre utilizado por la artillería española. 

Las obras se prolongaron en el tiempo y no fue hasta el 19 de diciembre de 1933, cuando realizaron sus primeras pruebas de fuego. 

Rescatados para la ciudad por el Alcalde Francisco Vázquez e iniciados trabajos de recuperación en la época de Carlos Negreira, hoy, el odio y sectarismo, de los incompetentes de la marea los tienen abandonados, cuando su ubicación debería constituir un orgullo para la ciudad y, por supuesto, uno de sus atractivos turísticos. 

En la foto, uno de los tubos de una de las dos gigantescas piezas del 38,1, llegan a la entrada de la Avenida de Rubine, camino de su ubicación en el monte de San Pedro. 

Eugenio Fernández Barallobre.