Campo de La leña. |
Tanto
La Voz de Galicia como El Ideal Gallego,
añoraban con nostalgia desde sus páginas, aquellas noches de San Juan de antaño con verbenas bullangueras, alegres y
simpáticas que inundaban las calles desde la de San Juan al campo de Marte, con el campo de la Leña
como centro neurálgico, donde la cofradía de San Roque celebraba la gran verbena coruñesa de la
Noche de San Juan.
Nuevamente
las autoridades gubernativas y municipales prohibieron encender hogueras en
calles en las que generasen un peligro para la población y un daño a las vías
asfaltadas. Para evitar que esa disposición municipal fuese infringida, el alcalde dispuso que la
Guardia Municipal prestase servicio por la noche de ese domingo 23, víspera de
la celebración del Santo Bautista. De igual forma el gobernador Civil Sr. Novoa,
ordenó a las Fuerzas de Seguridad y
Asalto que colaborasen con la guardia Municipal, a fin de evitar la formación
de hogueras en lugares prohibidos.
Afortunadamente
ese año de 1935, sino con el esplendor
de tiempos pasados, y debido en parte a
las muchas prohibiciones municipales,
los vecinos de la calle de Adelaida Muro organizaron para el sábado y
domingo, días 22 y 23, unas animadas verbenas, que fueron saludadas con agrado
desde los dos periódicos. También se
sumaron a la iniciativa las vendedoras
del campo de la Leña, que organizaron
festejos para ambos días.
En los dos enclaves coruñeses hubo dianas y alboradas
con profusión de lanzamiento de bombas de palenque, conciertos de bandas de música y una travesía a nado, esta
organizada por los vecinos de Adelaida Muro, entre la playa de la Berberiana y
la de Riazor, poniéndose en juego una artística copa, No faltó por supuesto a
la cita una gran hoguera, que fue quemada, entre el jolgorio de los vecinos, en
una zona de descampado cercana a la
calle de Adelaida Muro.
Playa de la Berberíana. |
El
parque Damm y el Liceo de Monelos,
celebraban bailes muy concurridos para festejar la víspera de San Juan. En
zonas alejadas de las calles del centro de la ciudad, lucieron los resplandores de grandes Hogueras
que iluminaron las alturas de los Castros, las huertas de Riazor, Monelos,
Nelle, Vioño, San Roque y San Pedro de Visma. Por supuesto que los coruñeses no
dejaron pasar la oportunidad de celebrar
el rito anual del fuego.
Ese
mismo día, agentes de Policía trabajaban con verdadera constancia para
esclarecer un asesinato que se había producido unos días antes en las peñas de
la Torre de Hércules. Los inspectores conocían ese día gracias a la información
enviada por la Comisaría de Vigilancia de Santander, la identidad del
fallecido, Vicente Echevarría, con antecedentes policiales y que tenía a su madre y una hermana, miembros de una
familia muy apreciada y respetada, en la capital cántabra. Los servidores del
orden habían ya detenido al dueño de la fonda donde se alojaba Vicente, Jesús
Redondo y a un huésped de la misma, el súbdito portugués Antonio Fonseca.
El
juez López Giavina se personaba el lunes 24, día de San Juan en la cárcel
provincial con objeto de ampliar las declaraciones de los dos detenidos. El
juez decretó el procesamiento del dueño de la fonda al comprobar que ocultaba
algo que pudiese llevar a conocer la identidad del asesino. El súbdito
portugués Antonio Fonseca quedó en libertad sin cargos.
La Torre de Hércules era mudo testigo de un alevoso crimen. |
El
propio juez emitió una orden de busca y captura contra otro individuo al que se
le vio acompañando a la victima el día del asesinato de Vicente y que
desapareció de la ciudad y cuya identidad se reservó la Policía.
La
mañana del día de San Juan hubo Misa solemne en la capilla de San Roque en
honor al Santo, con exposición del Santísimo y que fue seguida por centenares de fieles.
Durante todo el día la afluencia de gente a la capilla fue enorme.
A
la noche de ese día de San Juan la Guardia de Asalto era requerida por un
huésped de una fonda situada en la calle de Los Olmos, Manuel Rodríguez Vila,
para que detuviese a un tal Alfonso Tizón, a quien atribuía la sustracción de
varias prendas de s u propiedad y otros objetos. Ambos habían sido compañeros
de hospedaje. La Guardia de Asalto
encontró a Alfonso en la Plaza de Galicia y cuando se disponía a
detenerlo, este se dio a la fuga en dirección a la playa de riazor. Como viera
que era seguido por varios guardias al
llegar a la playa se dejó caer por una rampa de cemento situada frente a la
casa de Baños de los señores Dorrego, produciéndose la luxación de una cadera y
diversas contusiones. Una vez detenido pasó al Hospital donde fue atendido.
Calin
Fernández Barallobre.