martes, 26 de septiembre de 2017

1935. Pese a las prohibiciones, se recuperaba alguna verbena de la Noche de San Juan. Un asesinato mantenía en vilo a la Policía y a toda la ciudad.

Campo de La leña. 
Tanto La Voz de Galicia como  El Ideal Gallego, añoraban con nostalgia desde sus páginas,  aquellas noches de San Juan de antaño  con verbenas bullangueras, alegres y simpáticas que inundaban las calles desde la de San  Juan al campo de Marte, con el campo de la Leña como centro neurálgico, donde la cofradía de San Roque   celebraba la gran verbena coruñesa de la Noche de San Juan.

Nuevamente las autoridades gubernativas y municipales prohibieron encender hogueras en calles en las que generasen un peligro para la población y un daño a las vías asfaltadas. Para evitar que esa disposición municipal  fuese infringida, el alcalde dispuso que la Guardia Municipal prestase servicio por la noche de ese domingo 23, víspera de la celebración del Santo Bautista. De igual forma el gobernador Civil Sr. Novoa, ordenó  a las Fuerzas de Seguridad y Asalto que colaborasen con la guardia Municipal, a fin de evitar la formación de hogueras en lugares prohibidos.


Afortunadamente ese año de 1935,  sino con el esplendor de tiempos pasados, y debido en parte  a las muchas prohibiciones municipales,  los vecinos de la calle de Adelaida Muro organizaron para el sábado y domingo, días 22 y 23, unas animadas verbenas, que fueron saludadas con agrado desde los dos periódicos.  También se sumaron  a la iniciativa las vendedoras del campo de la Leña,  que organizaron festejos para ambos días. 

En los dos enclaves coruñeses hubo dianas y alboradas con profusión de lanzamiento de bombas de palenque, conciertos de  bandas de música y una travesía a nado, esta organizada por los vecinos de Adelaida Muro, entre la playa de la Berberiana y la de Riazor, poniéndose en juego una artística copa, No faltó por supuesto a la cita una gran hoguera, que fue quemada, entre el jolgorio de los vecinos, en una zona de descampado cercana  a la calle de Adelaida Muro.

Playa de la Berberíana.
El parque Damm  y el Liceo de Monelos, celebraban bailes muy concurridos para festejar la víspera de San Juan. En zonas alejadas de las calles del centro de la ciudad,  lucieron los resplandores de grandes Hogueras que iluminaron las alturas de los Castros, las huertas de Riazor, Monelos, Nelle, Vioño, San Roque y San Pedro de Visma. Por supuesto que los coruñeses no dejaron pasar la oportunidad de  celebrar el rito anual del fuego.
  
Ese mismo día, agentes de Policía trabajaban con verdadera constancia para esclarecer un asesinato que se había producido unos días antes en las peñas de la Torre de Hércules. Los inspectores conocían ese día gracias a la información enviada por la Comisaría de Vigilancia de Santander, la identidad del fallecido, Vicente Echevarría, con antecedentes policiales y que tenía  a su madre y una hermana, miembros de una familia muy apreciada y respetada, en la capital cántabra. Los servidores del orden habían ya detenido al dueño de la fonda donde se alojaba Vicente, Jesús Redondo y a un huésped de la misma, el súbdito portugués Antonio Fonseca.

El juez López Giavina se personaba el lunes 24, día de San Juan en la cárcel provincial con objeto de ampliar las declaraciones de los dos detenidos. El juez decretó el procesamiento del dueño de la fonda al comprobar que ocultaba algo que pudiese llevar a conocer la identidad del asesino. El súbdito portugués Antonio Fonseca quedó en libertad sin cargos.  

La Torre de Hércules era mudo testigo de un
alevoso crimen. 
El propio juez emitió una orden de busca y captura contra otro individuo al que se le vio acompañando a la victima el día del asesinato de Vicente y que desapareció de la ciudad y cuya identidad se reservó la Policía.

La mañana del día de San Juan hubo Misa solemne en la capilla de San Roque en honor al Santo, con exposición del Santísimo  y que fue seguida por centenares de fieles. Durante todo el día la afluencia de gente a la capilla fue enorme.

A la noche de ese día de San Juan la Guardia de Asalto era requerida por un huésped de una fonda situada en la calle de Los Olmos, Manuel Rodríguez Vila, para que detuviese a un tal Alfonso Tizón, a quien atribuía la sustracción de varias prendas de s u propiedad y otros objetos. Ambos habían sido compañeros de hospedaje. La Guardia de Asalto  encontró a Alfonso en la Plaza de Galicia y cuando se disponía a detenerlo, este se dio a la fuga en dirección a la playa de riazor. Como viera que era seguido  por varios guardias al llegar a la playa se dejó caer por una rampa de cemento situada frente a la casa de Baños de los señores Dorrego, produciéndose la luxación de una cadera y diversas contusiones. Una vez detenido pasó al Hospital donde fue atendido.


Calin Fernández Barallobre.