jueves, 9 de julio de 2015

La noche mágica de San Juan en La Coruña

Sí cualquier noche es buena para llegar a La Coruña, la Noche de San Juan es sin duda un momento único, mágico, sin parangón posible en el resto del año.

Desde un tiempo difícil de sujetar a medidas estándar, la Noche de San Juan se vive con intensidad en La Coruña. Calles y plazas vienen compitiendo, con la perspectiva del tiempo pasado como aval, por lograr la mejor y más alta de cuantas hogueras se queman en esta noche. Así, zonas como Las Lagoas, Monte Alto, Palavea, Los Mayos o Los Castros son, todavía hoy, escenario del crepitar de extraordinarias hogueras con las que festejar la noche más corta del año.
Anochece el 23 de junio en Riazor

Sin embargo, no siempre fue así. La década de los 60 trajo consigo un alejamiento de esta tradición y con él, una buena parte de las hogueras que ardían en la ciudad fueron desapareciendo, perviviendo tan solo en el recuerdo de los hombres y mujeres que durante tantos años les habían dado vida. 

Tras estos años de triste languidecimiento, la Noche de San Juan y sus tradiciones fueron rescatadas en toda su plenitud, convirtiéndose en la principal cita festiva de cuantas tienen cabida en La Coruña a lo largo del año. Fruto de este trabajo de rescate surgieron elementos nuevos que añadir a la trama festiva que en esta nueva concepción gira entorno a sus Meigas, mayores e infantiles, constituidas en protagonistas femeninos centrales de la gran Noite da Queima. A su alrededor, junto al fuego ritual, se fue tejiendo un entramado festivo que ha convertido parte del mes de mayo y el de Junio en el pórtico lúdico del alegre verano coruñés.

El ciclo de HOGUERAS comienza a mitad de mayo y se prolonga hasta finalizar el mes de San Xoán; desde sus primeros compases se suceden una larga serie de actos de carácter cultural, social y popular que van reconduciendo a las gentes, preparándolas para la gran cita con el fuego mágico en la noche del 23.

La Fiesta del Aquelarre Poético, acto de exaltación de la Meiga Mayor, hace levantar el telón de todo el programa de actos; tras ella, la Fiesta del Solsticio Poético, sirve como marco para exaltar a la Meiga Mayor Infantil. Y así, hasta llegar al día 23 en que la ciudad y sus gentes padecen una especie de catarsis colectiva que les obliga a salir a las calles para vivir la fiesta con plena intensidad.

Todavía La Coruña, en la mañana de cada 23 de junio, se transporta, por la magia de los viejos ritos, a otras épocas muy lejanas que tan solo perviven en el gran libro de las tradiciones y merced a ello es fácil, al asomarse a cualquier calle, contemplar el paso de hombres y mujeres, al retornar de la compra, portando el ramo de hierbas de San Juan; un combinado de hierba de Santa María, hierbaluisa, verbena, fiuncho, artemisa, flores silvestres y otras hierbas provistas, por estas calendas, de mágicos poderes que dejadas al rocío de la noche sanjuanera permiten realizar saludables abluciones a la mañana siguiente, con claros fines profilácticos.

A lo largo de ese día se suceden los desfiles de vistosas y coloristas comitivas en las que Gigantes y Cabezudos, pajes, heraldos, corchetes y soldados, acompañan, a los acordes de las Bandas de Música, a las Meigas mayores e infantiles en su discurrir por las principales arterias de la ciudad. Por la tarde, los desfiles y pasacalles de Bandas de Música, Grupos Folclóricos, Bandas de Gaitas, Bandas de Cornetas y Tambores, Charangas, se suceden, prologando la gran noche que está al punto de doblar la esquina del atardecer.

Con las primeras sombras de la mágica noche, un penetrante olor a sardinas asadas se adueña de la serena brisa veraniega, cabalgando a sus lomos sobre la ciudad, mientras en calles y plazas se van ultimando los preparativos para la gran noche, apilando maderas que quemar cuando el sonar de las doce campanadas de paso al día de San Juan.

Con la caída de la tarde comienzan los preparativos

En ese instante del atardecer, los arenales de las playas de Riazor y Orzán, se ven sometidos a una actividad frenética. Al pie de la gran Hoguera alegórica, instalada en la playa de Riazor, se van preparando cientos de pequeñas piras dispuestas para ser quemadas en comunal celebración al llegar la medianoche. Son los más jóvenes los principales protagonistas de esta intensa actividad hogueril que les lleva a transportar maderos y cualquier otro elemento combustible desde cualquier parte de la ciudad hasta las playas de Riazor y Orzán.

Poco antes de las doce de la noche, el Paseo Marítimo, se convierte en el crisol de la ciudad. Las Meigas lo recorren en cabalgata, ante la mirada de miles y miles de personas que lo abarrotan, antes de quemar la gran bruja de cartón piedra. Tras el discurrir, alegre y bullicioso, de la cabalgata y de la comitiva del Fuego de San Juan, el nocturno coruñés se adorna con el espectáculo de luz y color que ofrece el castillo de fuegos artificiales disparado desde la Rotonda de Riazor. Luego, al llegar la media noche, los arenales que baña el Atlántico en la ensenada del Orzán, se cubren con una alfombra ígnea, formada por cientos de pequeñas hogueras que, reflejando sus lenguas de fuego en las tranquilas aguas del océano, ofrecen el más singular de los espectáculos mágicos, el de A Noite da Queima.

Al final, la Meiga Mayor y la Meiga Mayor Infantil, encienden la gran Hoguera alegórica con la que consumar el rito solsticial mientras las gentes, coruñeses y forasteros, se disponen a vivir con intensidad otros de los muchos ritos misteriosos que oculta entre sus pliegues la mágica Noche de San Juan.
 
José Eugenio Fernández Barallobre.