sábado, 9 de julio de 2016

Marineda y sus viejas fuentes

Siempre me produjo una sensación de armónico bienestar escuchar el vago rumor de las aguas deslizándose por los caños de las fuentes creando una sinfonía de suaves matices que ayudan a serenar el espíritu. Por eso he asociado la sensibilidad de las ciudades con la mayor o menor profusión de fuentes públicas repartidas por sus calles y plazas.

Sin embargo si esa sinfonía acuosa ha despertado en mí sensaciones de calma espiritual capaces de provocar mi atención, todavía ésta interior complacencia se ha visto notablemente incrementada con la contemplación de los detalles que suelen rematar las fuentes que llamamos ornamentales y que adornan parques, paseos y plazas.

Fuente de la Fama (siglo XVIII)

Son muchas las ciudades españolas que gustan de conservar este legado de pasadas centurias en el que se combina la estética con la funcionalidad, dando como resultado hermosas fuentes que engalanan las plazas más emblemáticas de esas urbes. Me vienen ahora a la memoria fuentes tan señeras como las de Cibeles, Neptuno o Apolo en Madrid; la de la granadina plaza de Bib-rambla o la de Platerías de Santiago e incluso la de Diana cazadora en la vecina Betanzos, por no citar otras muchas de sobra conocidas. 

Marineda no podía sustraerse a esa corriente ornamental que como ciudad con una marcada personalidad le corresponde asumir y así, en pleno siglo XVIII, en el reinado del ilustrado Carlos III, la ciudad se vio exornada con dos de las mejores fuentes que todavía posee La Coruña. Hablamos, como no, de la de Neptuno y la de la Fama o el Angel, enclavadas en el corazón de la Pescadería.

La construcción de ambas fuentes data de la época en la que era Corregidor de La Coruña D. Rodrigo Caballero quien, en su afán de dotar a la ciudad de unas mínimas infraestructuras, al menos en materia de suministro de agua potable, ordenó construir las dos fuentes siguiendo los cánones estéticos de la época; fue también este personaje de nuestra particular historia quien impulsó la construcción del acueducto que discurría desde San Pedro de Visma hasta Santa Margarita y del que se conserva, al menos, un fragmento en la denominada urbanización de “los Puentes”, lugar que hasta no hace mucho tiempo albergó los juegos de la chiquillería de la zona de Fernando Macías, Plaza de Portugal, Pérez Cepeda, etc. que concurríamos a aquel paraje para disputar, especialmente en la época veraniega, interminables partidos de fútbol que comenzaban a primeras horas de la mañana y que, tras el obligado parón del mediodía, continuaban hasta el anochecer cuando la falta de luz impedía la práctica del deporte balompédico.

Fuente de Neptuno (siglo XVIII)

Pero volvamos a nuestras fuentes. Ambas instaladas en el corazón de la Pescadería fueron las encargadas, por aquellas calendas en las que se erigieron, de suministrar el líquido elemento a los ciudadanos de este populoso y mercantil barrio coruñés. La primera, la de Neptuno, fue construida en su emplazamiento actual de la plaza de Santa Catalina, mientras que la segunda, la de la Fama o del Angel, lo fue en Riego de Agua y no donde se encuentra a día de hoy en la plaza del General Mola o plaza de la Fuente de San Andrés a donde fue trasladada posteriormente.

Del original emplazamiento de esta fuente da buena cuenta el callejero coruñés que en tres calles diferentes, aunque situadas de forma casi inmediata la una de las otras, hace referencia a este monumento. Nos referimos a las calles de la Fama que alude a uno de los nombres que recibe la fuente en cuestión; a la próxima del Angel que da cuenta de la otra denominación con la que se le conoce y a la de Trompeta, instrumento este que porta en sus manos la figura del Angel con que se remata la obra. Los nombres de estas tres calles, por su inmediatez al lugar de la primitiva ubicación de la fuente, parecen guardar con ella una estrecha relación.

Estas dos fuentes dieciochescas, ambas de graciosa hechura esbelta y elegante, son de fábrica similar rematándose con pedestales circulares que sostienen las figuras de Neptuno, rey mitológico de los mares, y de un Angel trompetero. Las fuentes se componen de un cuerpo central asentado sobre un pilón en el que se vierten las aguas, en el caso de la de Neptuno por dos caños y cuatro de la de la Fama, todos ellos salientes de mascarones. Llaman la atención los detalles de los escudos de las figuras que rematan ambas fuentes. En la de Neptuno, el mitológico rey, porta un escudo que se adorna con una representación de la Torre de Hércules rematada con dos linternas en lugar de la única que suele mostrar en la mayor parte de la iconografía, mientras que el escudo que sostiene el Angel está adornado con una imagen del sol con rostro humano. 

Fuente del Deseo (siglo XIX)

Más tardíamente, en los años 60 del siglo XIX, la romántica plaza del General Azcárraga o de la Harina, en plena Ciudad Alta o Vieja, fue objeto de la ubicación de una nueva fuente ornamental. Se trata de la llamada fuente del Deseo, una fuente de hierro, de cuatro caños, que se remata con la sugerente figura de una matrona que sostiene en su mano derecha una antorcha y que, rodeada de unos impresionantes plataneros, marca el centro de esta romántica plaza tan íntimamente ligada a viejas vivencias coruñesas.

Esta fuente suministró agua no solo a los residentes en la parte más noble de La Coruña, sino también a los distintos Cuerpos de la Guarnición para quienes estaba reservado uno de sus caños y a los presos de la vieja cárcel del Parrote que acudían en cuerda a beber el preciado líquido.

Otras fuentes como la del monumento a Curros Enríquez, la de Cuatro Caminos e incluso la más reciente de las Pajaritas adornan plazas y paseos de Marineda confiriéndole ese aspecto de gran ciudad que siempre ha tenido. 

Viejas fuentes que han llegado hasta nosotros como un legado histórico que tenemos la obligación de conservar.

José Eugenio Fernández Barallobre.